Cervecería de Sonora, fábrica que revolucionó la industria local

Hace más de 125 años, tres alemanes concibieron la idea de fundar una cervecería en Hermosillo, misma que, en sus años gloriosos, no tuvo competencia a nivel nacional

Guillermo Saucedo | El Sol de Hermosillo

  · jueves 18 de febrero de 2021

Foto: Cortesía | Colección Fernando Herrera Gil

En los alrededores de lo que hoy es la Plaza Bicentenario, en el Centro Histórico de Hermosillo, tres alemanes tuvieron la idea de fundar una fábrica cervecera en 1896, tomando como ejemplo a las que funcionaban en Europa y en Estados Unidos.

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El cronista municipal de Hermosillo, Ignacio Lagarda Lagarda, contó que Geo Grürinig, Alberto Hoeffer y Jacobo Schusley llegaron desde Bavaria a Sonora para revolucionar a la naciente industria del Estado, haciendo un fructífero negocio con la cerveza.

El primero en llegar fue Grürinig en 1896 e inmediatamente se relacionó en las altas esferas políticas y del comercio. Contrajo matrimonio con una elegante y destacada señorita, descendiente de una de las familias principales de la ciudad, Dolores Monteverde.

El 22 de septiembre de 1897 el notario público Miguel A. López, dio fe de la fundación de la Cervecería de Sonora, S. A., con un capital de 60 mil pesos debidamente exhibido y aplicado en la construcción y adaptación del edificio de la fábrica.

Construcción y operación

En 1898 arribaron el Dr. Alberto H. Hoeffer y Jacobo Schusley y el trío se presentó ante el tesorero municipal don Francisco Monteverde para tramitar los permisos necesarios e iniciar la construcción del edificio.

Estaba localizada en la manzana que formaban las calles Guanajuato (Dr. Hoeffer), Tehuantepec, Comonfort y Morelos (Pedro Moreno). El responsable de la obra fue el arquitecto Plutarco Díaz y fue terminada en 1904.

Foto: Cortesía | Colección Fernando Herrera Gil

Lagarda Lagarda mencionó que el señor Grürinig fue directivo de la cervecería desde su fundación hasta 1911 aproximadamente, y quien le dio su primer gran impulso, dejándola totalmente en las manos del Dr. Hoeffer, cuya familia continuaría al frente de la cervecería años después de su muerte.

Todos los insumos necesarios para la elaboración del líquido ambarino, malta y lúpulo, eran adquiridos en Europa y Estados Unidos, lo que le daría a la postre, varias menciones honoríficas a las cervezas “Münchener” y “Reina Blanca” en varias exposiciones internacionales.

En 1907, se anunciaba de la siguiente manera:

“Está acondicionada con todo lo requerido por una cervecería moderna y de primera clase, molino, elevadores, separador de cebada, lo último en maquinaria mejorada y tuberías de enfriamiento, bodegas de fermentación, áreas de refrigeración, condensadores, hervidores, taller para cobre, etc”.

Paro de labores

Debido a una falta de leña en la región, la operación de la fábrica estuvo en peligro de suspenderse, pero Geo Grürinig no se quedó atrás y su visión ante el reto del futuro le hizo importar carbón de piedra y así, las calderas que ponían en movimiento a la cervecería siguieron su curso.

Fue así como Antón “El Conecas” Ackerman, Juan Schnierle y el maestro barrilero Pano Alexoff se integraron a esta industria que llegó a ser una de las más importantes de Sonora con sus marcas que le darían celebridad: “High Life” y “Centenario Negra”, cuya producción era en 1905, 150 mil cajas anuales, mientras que la producción de hielo era de 75 toneladas diarias, y en 1908 alcanzó la friolera de 110.

Foto: Cortesía | Colección Fernando Herrera Gil

El cronista afirmó que fue una de las principales industrias en el estado durante las primeras décadas del siglo XX, sin embargo, dejó de operar mediante el Decreto Número 1 emitido por el gobernador Plutarco Elías Calles, el 8 de agosto de 1915.

Dicho documento prohibía absolutamente en Sonora la importación, venta y fabricación de bebidas embriagantes, pero para 1922 las actividades se reanudaron, hecho que dio comienzo a una época dorada que se prolongó hasta mediados de los años treinta, siendo clausurada de nuevo en 1935.

Incendios y clausura

A lo largo de su vida sufrió varios incendios; el más serio tuvo lugar en el año de 1926, en el que su alta cúpula fue consumida por las llamas y jamás fue reconstruida. Jamás hubo desgracias personales que lamentar.

“En su parte más alta, el edificio contaba con una gran cúpula de vidrio, que en 1915 los generales constitucionalistas la utilizaban como observatorio para, desde allí, espiar los movimientos de las tropas de Francisco Villa, que acechaban la ciudad acampadas en los terrenos aledaños al Norte. Contiguo a la cúpula, se localizaba un amplio salón, a manera de sala de recepciones, donde solían efectuarse reuniones y agasajos a visitantes distinguidos”, narró.

Foto: Cortesía | Colección Fernando Herrera Gil

Junto a esa pieza, había otra de menores dimensiones que don Antonio Moreno, competente auxiliar del “cervecero” encargado, utilizaba como laboratorio, a donde acudía desde las primeras horas de la madrugada, a iniciar sus labores cotidianas.

Con la elaboración de sus afamadas cervezas Reina Blanca, Maltina, Munchiner, Laguer, Águila, Centenario, High Life, de botella y de barril, Reina Blanca y Centenario, la cervecería no tuvo competencia en el país.

El 17 de octubre de 1969, la Cervecería de Sonora fue vendida por la familia Hoeffer a la Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey.

“El año de 1980 el edificio fue derrumbado y hoy en día su lugar lo ocupa la Plaza Bicentenario.

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Geo Grürinig, Alberto H. Hoeffer y Jacobo Schusley son el trío de personas que, desafiando los malos augurios, lograron triunfar con una industria que parecía utopía”, finalizó.