“Tú eres la tristeza de mis ojos que lloran en silencio por tu amor, me miro en el espejo y veo en mi rostro, el tiempo que he sufrido por tu adiós”, se escucha de fondo esta canción de Rocío Durcal de nombre Amor Eterno.
Estas letras retratan tal cual el amor que Adalberto tiene por su fallecida esposa Francisca, a quien a pesar de ya no seguir a su lado, físicamente, la ama con toda su alma.
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La incondicional, amorosa y tierna mujer que partió de este mundo, pero su espíritu permanece entre sus seres queridos, ella fue Panchita Hernández quien conquistó el corazón de Adalberto Mc Pherson.
Francisca era originaria de Magdalena y Adalberto de Navojoa, Sonora. Se conocieron en la colonia Balderrama, en la ciudad de Hermosillo, cuando eran apenas unos jóvenes. Desde el primer instante la belleza de la “chata”, como era conocida por sus familiares, cautivó a Adalberto. Aunque él era mayor por 10 años, esperó el tiempo necesario para llegar a la edad indicada para estar juntos.
“Un día mi suegro me mandó a llamar, estábamos en el patio de su casa, me dijo que no estaba de acuerdo porque era mucho la diferencia de edades, le expliqué que yo sabía eso, pero por lo menos me permitieran tener su amistad”, manifestó Adalberto.
Aunque parecía que su amor era imposible, su destino era otro. Adalberto estaba de pasada por Hermosillo, iba a trabajar a California, pero el encanto de Panchita lo detuvo para comenzar su historia de amor.
“Yo no soy de aquí, estoy de paso y voy al lugar a donde estoy encaminado, fue en ese momento cuando ella me dijo: ‘No quiero que te vayas de aquí, quiero que te quedes aquí conmigo’ y esa fue la razón por la que reforzamos nuestro cariño y como decía ella: ‘yo quiero tener solo un amor en la vida y tú vas a ser el amor de mi vida’ y creo que con esa forma de expresarme nació ese vínculo tan fuerte”, compartió Beto.
Fue así como Adalberto Mc Pherson y Francisca Hernández decidieron unir sus vidas un 28 de noviembre 1974, tuvieron un noviazgo de 6 años y 43 de casados. Al año de su matrimonio tuvieron su primera hija después vinieron 3 mujeres más.
“Todo era más sencillo, éramos el uno para el otro, no había complicaciones, ella era amorosa, fuerte y tenía una gran voluntad de vivir”, mencionó.
“Como quisiera, ay, que tu vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos, amor eterno e inolvidable, tarde o temprano estaré contigo para seguir amándonos”
¿Cómo es el amor después de la muerte?
Adalberto consideró que vivir una experiencia tan dura como la pérdida de un ser querido derrumba a cualquiera, más si se trata del amor de su vida, con la persona que decidió unirse y formar su familia, sin embargo, sus allegados deben mantenerla en sus corazones y fincar esa ausencia en el amor que se tiene a Dios.
“Aún hablamos con ella, tenemos una foto grande y a un costado la urna, se dice que en vida se ama mucho, pero cuando la persona ya no está se hace más profunda en nuestro corazón”, abundó.
Lo que más extraña es no tenerla, acordarse de todos los momentos que vivieron juntos y lo que significó para sus hijas, nietos y para Adalberto, quien ahora dedica su tiempo en actividades para hacer menos pesada su estancia aquí.
“Me hace falta su presencia, no la tenemos físicamente pero espiritualmente sí, ella sigue siendo la fuerza y el motor que nos mueve aquí, pero yo soy parte del eje de unión entra ella, yo y mis hijas”, concluyó.