Alán Francisco Meléndez Grajeda, originario de Hermosillo, es un joven viajero de 28 años, quien actualmente se encuentra en aislamiento domiciliario en Filipinas, desde hace cinco meses y medio ha viajado a diferentes lugares del mundo, por lo que esto representa un “peligro” pues podría ser portador del Covid-19.
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Alán, egresado de la Licenciatura en Administración Financiera, de la Universidad de Sonora contó que después de haber dejado México visitó China, posteriormente llegó a la frontera de Vietnam, lugar donde laboró como maestro de inglés y en ese tiempo comenzó la pandemia del Covid-19.
“Ignoré todo eso del coronavirus, pero después de un tiempo empezó una “cacería de brujas” en Vietnam, porque empezaron a cazar a todos los chinos que estaban escapando de su país por la enfermedad, entonces me pidieron que los reportara, pero no me pareció porque no era mi asunto, aparte China me había tratado muy bien; me fui del Norte de Vietnam, compré una motocicleta y viajé hasta la Costa Sur de Vietnam, ahí pasé el resto de mis días hasta que la visa me expiró por tres meses y me fui a Filipinas”, dijo.
En Filipinas consiguió trabajar en una granja pero ante la contingencia del Coronavirus el dueño del lugar le comentó que no terminaría su contrato, pues el país iba a cerrar hasta seis meses, ante esto Alán se preocupó, ya que Filipinas es una isla y no se puede tomar tren, un “raite” o camión, por lo que optó volver al aeropuerto.
“Traté de ir al aeropuerto pero mi vuelo era hasta el 30 marzo para ir a Malasia (país en Asia), pero revisé mi correo y el aeropuerto me dice que ya cerraron los vuelos y que habrá salidas hasta el 14 de abril, porque todo quedó bloqueado; no sabía qué hacer".
Este aeropuerto se encuentra en Manila, es una ciudad increíblemente grande como la Ciudad de México, donde las embajadas de otros viajeros mandaron aviones para recogerlos a ellos, había alemanes, rusos, pero no era mi caso ese, aparte no pensaba en regresarme todavía”, expresó.
El gobierno de Filipinas actualmente ha cerrado todo el país, es decir que hay un total control de toda la circulación de las personas y todo se mantiene bloqueado, relató, incluso a cada tres kilómetros hay “check point”.
“No me podía quedar en Manila durmiendo el resto de mis días, ni regresar a la granja donde estaba, entonces me voy hacia la Costa, fue un viaje de tres días, pidiendo raites para poder llegar a la costa y ahí poder vivir, pues si hay cuarentena que de perdida sea en la playa, entonces busco un lugar para rentar un cuarto, donde pago 2 mil pesos al mes y frente al mar”, agregó.
Cabe mencionar que, antes de encontrar una casa para dormir buscó lugares para rentar en una colonia, donde los vecinos se mostraron impresionados porque el joven les contó lo que había hecho para llegar hasta la Costa, pero las personas lo acusaron, por lo que fue llevado a unas oficinas de gobierno y le solicitaron regresar al aeropuerto.
“En las oficinas de gobierno me dicen que no soy bienvenido al pueblo porque ya todo está cerrado, me dijeron que me regresara al aeropuerto, no les hice caso, me fui a la playa y ahí dormí un día, hasta que al siguiente día encontré una habitación en una casa donde estoy hoy”, precisó.
Hasta el momento Alán se mantiene en el mismo lugar, pero como medida preventiva y obligatoria se ha aislado en su habitación, ya que comparte casa con otras familias, únicamente sale a correr en la playa o a comer; ya tiene seis días sin salir y sin ningún síntoma respiratorio, incluso compró un termómetro para checar cada día su temperatura.
“Estoy muy bien, la verdad, aunque la comida es escasa, es un pueblo donde hay un control de la comida, en el super no puedes llevar de dos productos, entonces estoy comiendo dos veces al día y le agrego mucho arroz a mis platillos”, comentó.
Asimismo, el gobierno de Filipinas estima que para el 14 de abril el bloqueo del lpaís terminará, ante esto, Alán no piensa regresar todavía a Hermosillo, sino con su dinero administrado continuar su ruta y llegar hasta Nepal, país en Asia del Sur, arriba de la India, donde se encuentra el Monte Everest.
Por otro lado, el joven se ha mantenido cada día en contacto con su familia, sobre todo con su mamá, a quien más extraña, al igual que sus perros, como también la comida mexicana, sobre todo los tacos de cabeza y la machaca.
“Mi madre a cada rato me escribe, me pregunta cómo estoy, a mi madre casi no le comparto las cosas negativas que me pasan para no platicar, ahorita no siento que es algo negativo, aprovecho lo bueno que tengo, tengo salud, un lugar donde quedarme, estoy frente a la playa, pienso mucho en lo que tengo y no en lo que no tengo; también mis amigos me hablan bastante y extraño a mis perros, mi perro sé que sigue durmiendo en la puerta de mi cuarto esperándome”, expresó.
Y es que la historia de Alán como viajero inició desde muy pequeño, pues desde niño sus padres lo llevaban a viajar, aparte trabajaba en una empresa donde lo mandaron a recorrer todo México, el cual le permitió ahorrar, ya que vivía de viáticos que le brindaba su trabajo.
“Me mandaban viáticos y así guardaba todo el dinero que ganaba en la empresa, entonces pude ahorra buen dinero ahí, después me voy a Europa y no pude terminar un proyecto, por lo que me regreso a México a quedarme seis meses y comienzo a trabajar por mi cuenta, abro un negocio de comida que aprendí en mis viajes, me va bien, guardo más dinero y es cuando me voy a China. En China ganaba dinero ayudando a la gente o trabajando también”, contó.
Con tal sólo 28 años, Alán ha aprendido gran cantidad de cosas, por lo que cuando regrese a México no dudará en abrir una empresa de comida que probó durante sus viajes, también escribir y publicar un libro sobre sus experiencias de cada lugar que visitó.
