Desde hace más de 85 años la entrada Suroriente del Mercado Municipal de Hermosillo ha sido impregnada por un delicioso aroma a café colado desde que se abren sus puertas a las 5:00 de la mañana.
Al entrar al recinto, en la esquina ubicada a mano izquierda se encuentra la cafetería Doña Magui, que pese a ser un denominación de hace apenas 5 años, lo cierto es que es un negocio de antaño, pues anteriormente en ese espacio operaba el Café Elvira, fundado en 1936.
Te puede interesar: Taller de relojería, un oficio que no pasa de moda: la historia de don Alberto
Julio Munguía Murillo, encargado del local, contó que los hermanos que manejaban el Café Elvira decidieron separarse, siendo su mamá Margatira quien se quedó en la mítica esquina cafesera.
“Se dividió el negocio y ahí están los chavorrucos, los comensales de aquí dieron preferencia, aquí se quedaron como puedes constatar, las fotografías esas son de puros clientes, esa son de las 4:00 de la mañana, de toda la vida, clientes que tienen 70 años viniendo todos lo días, sábado, domingo, lunes y así ha transcurrido el negocio”, manifestó.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil, pues poco a poco la clientela ha ido reduciéndose, pues varias de las personas que vinieron durante décadas ya fallecieron, mientras que otros se encuentran muy delicados de salud.
Además, las nuevas generaciones no suelen ir con mucha frecuencia al Mercado Municipal, por lo que sus ventas han ido a la baja y se han visto en la necesidad de recortar los horarios de apertura.
“La última jornada es como a las 12:00 del medio día, antes habían diferentes jornadas, habían una a la 1:00, otra a las 3:00 y otra a las 5:00, pero el de la 5:00 era un grupito, de ese grupito se murieron como cinco, los de las 3:00, lo mismo, se murieron como dos y el que no se murió está enfermo”, externó.
La pandemia por el Covid-19 también representó un duro golpe, pues duraron sin trabajar hasta cinco meses, periodo en el que tuvieron dificultades económicas para el sustento diario.
Una vez que se reabrió el mercado, la clientela no era la misma, pues muchos se quedaron en casa, al grado de que acudieron hasta por dos años completos.
“Apenas estamos saliendo de las broncas que adquirimos, cinco meses está difícil, pagar todos los gastos, ahorita apenas estamos saliendo de eso y próximamente se viene el rumor que ahí viene la remodelación y vamos a cerrar y vamos a cerrar porque necesita cirugía mayor aquí, no es de parche”, apuntó.
¿Quieres recibir noticias directo en tu celular? Suscríbete aquí a nuestro canal de WhatsApp
Pese a ello Julio se encuentra optimista, pues considera que poco a poco se van a recuperar, pues algo que siempre ha caracterizado a la familia durante varias décadas es el ser “aferrada” a la idea de sacar adelante al negocio.
Por último, ve con buenos ojos que tanto sobrinos como nietos se acerquen al negocio familiar, que desde temprano se involucren con el café, tal y como lo hizo él junto a sus hermanos.
¡Regístrate y accede a la edición digital de nuestro semanario!