Una victoria a medias, a 26 años así catalogan la clausura del Cytrar los activistas de las Organizaciones No Gubernamentales involucrados en la lucha, ya que no se recibieron más materiales en el confinamiento, pero ahí permanecen 300 mil toneladas de residuos peligrosos a los que no se les ha dado seguimiento.
Fue en noviembre de 1998, cuando se cerró la zona de aislamiento de contaminantes en el sur de Hermosillo, pero por seis años los elementos continuaron expuestos al aire libre hasta que en 2004 se inició con la remediación.
Pese a ello, a la fecha no se han realizado los monitoreos correspondientes para saber las condiciones en las que se encuentran tanto las instalaciones, como los materiales confinados.
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Los testimonios de Rosa María O’Leary Franco, Norma Alicia Abril Fimbres, Francisco Javier Pavlovich Robles y Francisco Navarro Bracamontes, principales protagonistas de la lucha relatan que a finales de la década de los 90 se libró una fuerte batalla contra TecMed, la empresa encargada del confinamiento y contra la misma autoridad, la cual debía salvaguardar a los habitantes de Hermosillo.
De acuerdo con Norma Alicia Abril Fimbres, “fue providencial” como se dieron cuenta de lo que sucedía en el Cytrar, ya que en aquel momento el ingeniero Manuel Llano Ortega se percató que unos vagones que habían quedado varados en las vías del ferrocarril junto a la presa Abelardo L. Rodríguez contenían residuos peligrosos y al seguirles la huella vio que se descargaban en el confinamiento que inicialmente se construyó para almacenar desechos industriales de la planta Ford.
La antigua titular del Consejo Ciudadano de Protección al Medio Ambiente de Sonora compartió que, por algún motivo que se desconoce, la planta Ford dejó de hacer uso del sitio y ahí es donde empezaron a resguardar residuos peligrosos que provenían del Parque Industrial El Florido, en Baja California, ya que en aquel lugar los ciudadanos habían ganado una demanda donde se pedía la remediación del sitio.
“Por motivos que no nos quedaban claros en ese momento, estos desechos vinieron a dar aquí a Sonora, con el conocimiento de las autoridades, y si no hubiera sido por ese hallazgo fortuito del ingeniero Manuel Llano se hubieran llenado todas las celdas que estaban destinadas”, comentó.
Al darse cuenta de lo que ocurría, se convocó a las organizaciones civiles que en ese momento habían luchado por diversas causas, como las tarifas eléctricas, cuestiones del agua y también presentar iniciativas ante el Congreso para que la ciudadanía tuviera más voz en la implementación de políticas públicas y promoción del voto, entre otras acciones.
“Éramos diferentes grupos, yo encabezaba en ese momento Conciencia y Voluntad A.C., pero fue Francisco Pavlovich de Alianza Cívica quien realmente lideró esta causa, además del licenciado Domingo Gutiérrez y Rosa María O'Leary”, señaló.
La ambientalista mencionó que, “esta lucha durante muchos meses nos causó problemas, un grupo de alrededor de 50 personas quienes estuvimos haciendo todas las denuncias en base a la Ley, estaban violando la Ley ecológica, pero en aquel entonces la represión era muy fuerte, tuvimos órdenes de aprehensión ya que nos dimos a la tarea de bloquear la empresa para no dejar pasar a los trailers que traían estos contenidos peligrosos”.
"Era una gran cantidad de tierra contaminada"
Francisco Javier Pavlovich Robles, quien en aquel momento formaba parte de una agrupación local de nombre Alianza Cívica Hermosillo, una subdivisión o apéndice de la asociación nacional, pero que enfrentaban temas locales, recordó la visita del ingeniero Manuel Llano, el cual les habló del descubrimiento de los vagones y del posterior hallazgo de que había camiones que traían grandes cantidades de tierra con Plomo y otros metales pesados provenientes de Baja California, que a su vez provenían de los Estados Unidos.
“Nos presentó evidencia y nos pareció algo muy grave, por lo que empezamos a movernos, informarnos, buscar los furgones y, efectivamente, era una gran cantidad de tierra contaminada la que estábamos recibiendo en el Cytrar, originalmente este confinamiento se había creado a mediados de la década de 1980 para recibir residuos de la Planta Ford, residuos no totalmente inocuos, pero que no eran peligrosos al nivel de los que se recibirían posteriormente”.
Luego de un tiempo el Cytrar pasó a manos del Gobierno del Estado, al Parque Industrial de Hermosillo y desde ese momento empezaron a recibir todo tipo de contaminantes y residuos peligrosos.
“Comenzó la lucha, de inicio contra las autoridades, ninguna autoridad de ningún nivel mostró interés en resolver ningún problema, ni a nivel local, ni estatal, ni federal, todos con evasivas y defendiendo al Cytrar, ya que había intereses de por medio y detrás de todo estaba Beltrones a quien todo mundo temía en aquel tiempo y que aún temen”, detalló.
Al darse cuenta de que estaban solos en la lucha decidieron endurecer sus acciones, bloqueando el acceso a la planta del Cytrar e instalando un campamento en el sitio.
“Pedimos permiso al vecino de ese lugar, Don Pancho, para establecer un campamento en su terreno, dormíamos en ese lugar para impedir la entrada de camiones por la noche, hasta que la autoridad envió a las fuerzas judiciales para sacarnos a la fuerza y que esta empresa pudiera seguir operando”, enfatizó.
La lucha duró alrededor de un año, y el punto de quiebre fue cuando la Iglesia católica los tomó en serio después de ver los argumentos y las pruebas de lo que estaba sucediendo, permitiéndoles entrar a una misa en la Catedral de Hermosillo con su bandera contra el Cytrar, así lograron despertar conciencias, ya que las personas les brindaron apoyo.
“Empezamos la lucha más o menos a mediados de noviembre de 1997 y se cerró prácticamente a fines de noviembre de 1998, todo ese poco más de un año fue una lucha de informarnos, ya que éramos ignorantes del tema, no sabíamos ni qué eran metales pesados, cuáles eran, cuál era su riesgo, cantidad de residuos que los ignorábamos por completo, desde prepararnos en el tema, hasta técnicas de luchar, cómo convencer a la sociedad, cómo ir a los medios”, destacó.
"Las autoridades fueron permisivas"
Otro de los luchadores sociales, Francisco Navarro Bracamontes, exdirigente de la Unión de Usuarios de Hermosillo, recuerda que “fue un atraco a Hermosillo, nos dejaron esa herencia de traer desechos tóxicos que en ninguna parte los aceptaban más que aquí, las autoridades fueron muy omisas al permitir que la ciudad fuera la sede de esto”.
Fue por invitación de Francisco Pavlovich como participó en la lucha directamente y casi a diario, trasladándose al Cytrar, llevando a una gran cantidad de gente en caravanas que se organizaban de forma constante.
“Como siempre, todas las autoridades decían que no pasaba nada, pero nosotros tocamos todas las puertas, tuve represalias con las autoridades, precisamente por la presencia de mi persona en ese movimiento, rompimos relaciones, pláticas con la autoridad, esto se dio por alrededor de tres años, de 1997 al año 2000”, puntualizó.
Navarro Bracamontes señaló que las nuevas generaciones deben estar alertas para ver los problemas que surgen día con día para la ciudad, ya que podrían encontrarse con alguna experiencia similar en el futuro, sobre todo con las autoridades.
Agregó que no se sabe qué destino tuvieron tanto quienes operaban el Cytrar, como los funcionarios federales involucrados en la problemática, que en aquel tiempo fue una situación crítica, ya que el lugar duró alrededor de un mes cerrado y las autoridades “de manera descarada decían que el lugar operaba correctamente”.
"Llegaban cada vez más camiones que operaban fuera de la ley"
Por su parte, Rosa María O’Leary Franco manifestó que, “como ciudadanos ignoramos muchas cosas que es necesario que sepamos, debemos preguntar. En ese momento nosotros no sabíamos nada, en lo personal yo no sabía nada en relación con que estaban siendo introducidos esos tóxicos, hasta que, a través del ingeniero Manuel Llano me enteré de lo sucedido”.
A pesar de no contar con mucha información al principio, las acciones llevadas a cabo eran necesarias, dijo, ya que era una gran cantidad de tóxicos que estaban siendo almacenados en el confinamiento, llegando cada vez más camiones y operando por fuera de la Ley.
Después, al ser retirados de la entrada de las instalaciones del Cytrar por la fuerza pública, las ONG’s hicieron el cambio de las protestas a la Plaza Zaragoza, donde estuvieron siete meses aguantando calores y críticas, pero lograron juntar un gran número de firmas donde, a decir de O’Leary Franco, los encabezados de la prensa exhibían que era un kilómetro de firmas a favor de esta causa.
Fue así que comenzaron a informar a la ciudadanía y difundir el tema en escuelas, en la radio, teniendo apoyo por parte de los medios de comunicación, aunque eventualmente se les cerraron las puertas, sin embargo, la información ya había trascendido.
“Hermosillo tiene una deuda con todos los involucrados en la lucha, porque no me imagino cómo estuviéramos en este momento de no ser por ellos, curiosamente son los sin nombre los que deberían ser entrevistados, los que apoyan y mantienen las luchas, sin ellos, ningún vocero sería nada, porque solo éramos voceros, no se tendría este resultado sin el sustento de esas personas”, recalcó.
"Fue uno de los movimientos más importantes en defensa del medio ambiente"
Al respecto, Joel Montoya Haro, fotoperiodista que realizó la cobertura de los eventos de aquella lucha, declaró que fue uno de los movimientos más importantes en la defensa del medio ambiente en el estado de Sonora, y estuvo cerca gracias a la invitación de Irma Gloria Gaxiola, también periodista y activista, solidaria al movimiento, al lado de Rosa María O’Leary y otras personas.
El académico de la Universidad de Sonora (Unison) aseguró que de no ser porque esta situación llegara a oídos de los medios de comunicación nacionales, en el plano local hubiera pasado desapercibida, debido a que no se le daba la cobertura necesaria.
“La cobertura tenía que hacerla, yo no sé si alguien más lo hizo y tuvo esta oportunidad, estamos hablando de una época en la que se tenía que estar cercano a una lucha social, esto implicó darse cuenta de cómo se vivía aquello con las personas que estaban al frente”, abundó.
En ese sentido, resaltó dos situaciones importantes, por un lado, la gran cantidad de camiones cargados con residuos peligrosos que hacían fila para entrar a las instalaciones del Cytrar y cuyo acceso era negado por los activistas que se oponían a la contaminación y a lo que el confinamiento representaba para Hermosillo y, por otro lado, las decenas de patrullas que estaban a punto de actuar contra estos ciudadanos.
Montoya Haro advirtió que “esta situación está relacionada con el interés de alguien para que esto no se sepa y no salga, Hermosillo está creciendo, yo creo que se avecina algo en ese territorio que puede ser interesante”.
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Apuntó que los movimientos sociales tienen un ciclo, ya que hay una fila de situaciones y de eso se aprovecha el Estado y los gobiernos, de que las luchas ciudadanas también se debilitan.
“Si esto quedó en manos del gobierno igual pueden pasar otros 20 años sin un seguimiento, esto sí no hay quién lo señale”, concluyó.
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