“Es que se siente suave, más ligero que un cigarro normal”, comentó la joven antes de oprimir su labios contra la boquilla de aquel objeto cilíndrico, del cual inhaló con tranquilidad para después soplar un humo de dulce aroma a vainilla.
Se trataba de un nuevo líquido sabor café para vapear, el cual nunca había probado, pero el nombre le dio curiosidad y se dio una oportunidad para probarlo; hasta el momento no la ha defraudado.
Hasta hace tres meses ella solía consumir cinco cigarrillos por día, eso en los días buenos, hasta que de manera súbita, una mañana se levantó y tuvo una epifanía: dejar de fumar.
Este cambio de corazón no fue obra de un tríptico sobre el cáncer de pulmón ni de un documental sobre las crueles pruebas del efecto del tabaco en animales; a lo mucho involucró el rebajar sus gastos, pero en general sólo se trató de orgullo a no depender de la nicotina.
Una vez demarcado el proyecto, ella se propuso a poner manos a la obra de inmediato sólo para fallar olímpicamente horas más tarde cuando la ansiedad le crispó los nervios, por lo que, derrotada, buscó alguna guía para dejar de fumar y ello lo llevó al nebuloso mundo de los vapeadores.
Por 350 pesos se hizo del artefacto y, en seguida, comenzó a sentir cómo la necesidad por el cigarro convencional era evadida a cada soplido, además el aroma era agradable y no se
impregnaba a su ropa.
Los cigarrillos electrónicos y dispositivos de vapeo funcionan calentando un líquido para producir un aerosol que los usuarios inhalan; el líquido puede contener nicotina, mariguana y otras sustancias o aditivos.
El nuevo gusto de la joven duró poco, pues la Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios (Coesprisson) comenzó poco después una cruzada en contra de las tiendas que surten vapeadores en la ciudad.
Bajo el argumento de que no cuentan con sustento científico ni registro sanitario, la semana pasada la instancia incautó 70 cigarros electrónicos de marcas diversas, así como 251 envases de líquido para vapear, 26 cartuchos y cuatro baterías.
Esta medida no fue aislada, se trata de un reflejo del brote masivo de lesiones pulmonares
asociadas al uso de cigarrillos electrónicos y sus productos, registrado en Estados Unidos por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) hace menos de un mes.
“Ahora me siento como una especie de delincuente por ‘vapear’, es raro”, relató entre risas, mientras miraba el humo desaparecer con lentitud frente a ella.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, el aerosol de un cigarrillo electrónico puede contener sustancias potencialmente dañinas como compuestos orgánicos volátiles, partículas finas, metales pesados como níquel, estaño, plomo y sustancias químicas cancerígenas.
En esto coincide la asociación civil Amor y Convicción, cuyo presidente Omar Balderama afirmó que el cigarrillo electrónico es igual de nocivo que un cigarro normal y quienes lo consumen son en su mayoría jóvenes de alto nivel económico.
“Recientemente este dispositivo se ha puesto de moda ya que ofrece diferentes maneras o motivos para que los menores puedan usarlos, además de que no produce mal olor”, manifestó.
Asimismo, la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta
Especialidad publicó en mayo que no se ha demostrado la seguridad de los sistemas electrónicos de administración de nicotina y que se carece de información científica que avale la efectividad de dichos dispositivos para dejar de fumar.
La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat) 2016-2017, Reporte deTabaco, arrojó que el 5.9% de la población de 12 a 65 años refirió haber probado alguna vez el cigarro electrónico, siendo la prevalencia de consumo actual de cigarro electrónico en dicha encuesta fue del 1.1% (975 mil mexicanos).
La Secretaría de Salud a nivel federal anunció que si una persona utilizó un cigarrillo electrónico o dispositivo de vapeo, y desarrolló síntomas como tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, náuseas, vómitos, diarrea, fatiga, fiebre o dolor abdominal, solicite atención médica de inmediato.
“Creo que voy a mascar chicle de ahora en adelante”, ella se detuvo un momento y miró con atención al cilindro que estaba empuñando, como si se tratara del mango de un cuchillo, “al menos hasta que decidan que también es ilegal”.