Aunque no lo creas, algunos de los fariseos a quienes les echas algunos pesos en los vasitos son falsos. Sí, los fariseos originales, que pertenecen a la etnia yaqui tienen algunas características en su vestimenta. Presta atención.
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Primero con un poco de historia: Tras la expulsión de los jesuitas del continente, la Cuaresma había quedado como tradición en muchos estados del Noroeste como Durango, Chihuahua, Sinaloa y Sonora. En éste último territorio se celebra desde hace más de 270 años por integrantes de las etnias yaqui y mayo.
Ambos pueblos originarios de Sonora cumplen con la peregrinación de la Cuaresma, pero no por las calles de Hermosillo como se piensa popularmente, sino que es un ritual realizado en sus propias comunidades, de hecho les está prohibido salir.
¿Los fariseos que vienen a la ciudad son falsos? La respuesta es que no son yaquis, la manda original no es danzar y pedir dinero, al contrario, el rito implica el despojo de lo material.
Los yaquis fariseos siempre van acompañados de un “cabo” que es como su padrino, la función de esto es que los cuida para no caer en tentaciones. El hombre que va a ponerse la máscara para el ritual, debe hacerlo siempre acostado en el suelo y desde ahí colocarla en su cabeza, simulando estar muerto, pues ahora vive con el personaje de la máscara.
Lo anterior representa que aquel que decide ser fariseo en el ritual ya no es él, sino un fariseo. La máscara simboliza lo grotesco, lo burdo y el ego. La vestimenta que usan los yaquis como mayos es similar; huarache, máscara hecha con cuero de cabra, agujeros para la vista, cobija de cuadros y cinto de pezuñas de cerdo con la cual hacen un particular sonido.
Tienen prohibido además, pedir dinero para beneficio personal, entonces muchos de los “fariseos” que vemos en las calles se aprovechan del ritual y del desconocimiento de la población sobre esta tradición. Los yaquis no entran al Centro de la ciudad cuando cumplen con la Cuaresma, no se suben a vehículos, no andan en banquetas ni ingresan a locales comerciales.
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Cada año los sonorenses ven a los fariseos deambular por sus calles, pero cada vez menos cumplen con las características de la tradición. Los yaquis siguen haciendo el ritual en sus comunidades, y de manera estricta, pero no van a las ciudades del Estado a pedir dinero.
Los yaquis queman sus máscaras en el Sábado de Gloria, actividad que implica la celebración de la vida y la culminación de un ciclo y el inicio de otro, también se aceptan los errores cometidos, convirtiéndolos en enseñanzas.
En la misma quema, se incinera simbólicamente a Judas Iscariote y por ser víspera de la Resurrección de Cristo, triunfa el bien sobre el mal.
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