A pesar de las risas y el buen humor que comparten a cada persona con sus coloridos atuendos, maquillajes y bromas sobre la monotonía de la vida, el ser payaso no es una tarea fácil pues también cuentan con un corazón que contiene emociones.
“Yo decía ¡ay! ser payaso es fácil, pero es más difícil de lo que se piensa, porque el payaso no sufre en ojos de otra persona, siempre ve lo feliz y lo bueno de la vida, pero en realidad detrás del maquillaje hay muchas batallas, mucho sufrimiento”, detalló Manuel de Jesús Quijada Flores, mejor conocido como Payasito Monky en entrevista con El Sol de Hermosillo.
Fue hace 10 años, cuando Manuel tuvo su primer acercamiento en hacer reír a su público, tenía sólo 19 años, y fue en diciembre de 2012 en la posada de un albergue para menores de edad.
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Al enterarse de que requerían un show para celebrar las fiestas decembrina a los niños sin padres y en situación de calle, decidió animarse.
“¡Yo puedo! les dije, yo no soy payaso, pero puedo ir y junto con una compañera de trabajo fuimos al Centro a comprar un vestuario, de esos todos llamativos”, recordó.
Además adquirieron pinturas y se puso a practicar el rostro que mostraría en el show, asimismo decidió adoptar el sobrenombre de Payasito Monky.
El apodo surgió ya que sus compañeros de trabajo le comentaban que parecía chango al realizar saltos, piruetas y acrobacias similares a las de un mono mientras practicaba lucha libre.
“Fui a la posada y los niños quedaron muy encantados, alegres y contentos la verdad, fue ahí donde sentí algo muy bonito que en verdad me gustó”, expresó.
Después de esa experiencia practicó globoflexia mediante tutoriales de YouTube, hasta que logró sus primeras tres figuras: corazones, espadas y perritos para poder continuar en eventos de filantropía.
El arranque de su carrera
Su habilidad y gusto por lo que hizo en el show del albergue, le abrió puertas a Manuel, pues volvió a ser solicitado con su espectáculo del Payaso Monky en otra casa hogar, posteriormente en la Ciudad de Los Niños, en un asilo en la colonia Arcoíris y así fue recorriendo varios centros altruistas.
De ahí se fue dando a conocer hasta llevarlo a ser solicitado en fiestas privadas y cobrar por su espectáculo artístico mil 200 pesos.
Pero su sorpresa fue que al acudir a una fiesta con personas de la alta sociedad, le pagaron más, en recompensa y reconocimiento al trabajo realizado, esa noche logró obtener dos mil 500 pesos por el evento.
“Me dio mucho orgullo y felicidad, de hecho sentí una alegría, dije: ¡a la torre! Lo que empecé como una forma altruista ahorita me está generando un ingreso extra”, recordó emocionado.
Sin embargo, por motivos familiares tuvo que poner en pausa su actividad de payaso, hasta el 2012 cuando una mujer, que después se convirtió en su esposa, lo motivó a regresar al show.
Tres pérdidas importantes en su vida
Pero no todo es felicidad en la vida, durante el 2017 Manuel sufrió tres pérdidas importantes, falleció su padre en enero, su esposa en septiembre y su madre en diciembre.
Por lo que tuvo que criar a su hijo de dos años solo, ese dolor tuvo que ocultarlo y seguir con su carrera de payaso, haciendo feliz a otros cuando él sufría por dentro.
“Se vienen recuerdos, se vienen muchas cosas a la cabeza, es lo más pesado porque trabajas y dices voy a trabajar y me voy a distraer, pero se va el personaje de Monky y vuelve Manuel a su tristeza”, expresó.
La mala racha continuó y la falta de oportunidades laborales se presentaron frecuentemente debido a la llegada de la pandemia por el Covid-19 donde todos los eventos sociales y artísticos fueron cancelados, por lo que optó por llevar su personaje de Payasito Monkey a los camiones del transporte urbano a fin de obtener unos pesos.
Durante tres años realizó malabares, chistes, monólogos e hizo de todo para llamar la atención de personas que viajaban, tal vez con los mismos problemas, en los autobuses de la ciudad; su objetivo era distraerlos por un momento y así él poder mantener a su familia.
“Los primeros días era muy difícil, ya que es más peligroso porque andas en la calle, no sabes a quién te vas a topar, si en un bulevar alguien pasa a exceso de velocidad te lleva o simplemente si a uno no le gustan los payasos y te echa el carro encima”, contó.
Los caminos de la vida
Todo lo anterior no lo desmotivó y el show continuó para lograr sacar sonrisas en una época difícil, al contrario, logró desarrollar nuevos conocimientos y aprendió diversos oficios para poderse ganar la vida y no dejar de lado a su personaje.
Hace seis meses comenzó a laborar como operador de autobuses de tiempo completo, pero pese a su apretada agenda no ha abandonado a Monky.
Continúa apoyando y participando con fundaciones, albergues y casas hogares, a donde lleva juguetes, dulces y globos.
Esta Navidad, colaborará con el Hospital Infantil del Estado de Sonora (HIES) para acompañar a Santa en su recorrido por el nosocomio.
“Hay que tratar de seguir llevando un poco de diversión, ya que también hace seis años, me tocó estar a mí del otro lado con mi hijo en el hospital y la verdad es muy agradable recibir este tipo de visitas a pesar de los momentos difíciles”, agregó.
¿Cómo es el show de Monky?
Algunos de los actos que realiza Manuel de Jesús son: globoflexia, ilusiones ópticas, trucos de magia como tragarse una espada, atravesar un globo sin reventar, malabares con machetes, imitaciones con karaoke y espectáculo para adultos para quienes prepara bromas y material distinto.
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Cuenta con el apoyo de su hijo, quien en algunos eventos lo apoya como staff en la musicalización del show y en facilitarte el material y los instrumentos que utilizará.
“Me dice: papi quiero ser payaso, y le digo: yo te enseño, pero primero tienes que estudiar, porque antes de ser payaso debes tener una carrera.
“Les doy un consejo del alma, perdona y olvida. Ama lo que quieras, ama a quien tienes, perdona a todas las personas que te han hecho un daño y olvida todo lo malo que te ha pasado para que puedas estar bien contigo mismo, porque eso es lo que a mí me ha ayudado, tanto en el aspecto personal como profesional”, concluyó.
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