Uno de los negocios más tradicionales del Centro Histórico de Hermosillo es el de las fotografías instantáneas, lugar al que se sigue acudiendo a fin de conseguir el retrato que es indispensable para distintos trámites burocráticos y acreditaciones.
Joaquín Alberto Sobarzo Orcí, fotógrafo desde hace más de 40 años, relató para El Sol de Hermosillo que comenzó en la profesión cuando lo invitó su hermano a trabajar en Foto Rosas, además de que tenía buena relación con los dueños de Foto Robert, que en aquel entonces eran parte de la tradición fotográfica de la ciudad.
“Yo por supuesto empecé revelando fotos con rollo y con negativos de esa época. El revelado, cuando trabajé con mi hermano aprendí primero a hacerlo en el cuarto oscuro, utilizamos primero un revelador y después un fijador, luego la lavábamos muy bien para que la imagen quedara libre de todo químico y ya la colgábamos en un hilo para que se secara, ya después prendíamos la luz y ya que estaban secas se cortaban las fotos”, explicó.
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Tras varios años de tomar fotografías en eventos, además de dedicarse a otros oficios, Joaquín decidió a mediados de los 90 a establecer su propio negocio en el Centro de Hermosillo, específicamente donde inicia la calle Pino Suarez de Sur a Norte.
Se trataba de la casa de su mamá, quien le había negado el permiso de utilizarla como negocio, sin embargo, una de las visitas del entonces papa Juan Pablo II fue lo que le ayudó para lograrlo.
“Esta casa es de mi mamá y no me daba permiso ella para abrir mi negocio. Debido a que ella y una hermana son creyentes, se fueron a ver al papa Juan Pablo cuando vino a México, yo aproveché cuando ellas se fueron para quitar el candado y abrir el negocio aquí, ya cuando ellas regresaron, ya vio mi mamá que yo estaba instalado y ya me dejó aquí”, señaló.
Desde entonces ha dedicado su tiempo a recibir clientes que van en busca de fotografías para distintos trámites, tales como cartilla militar, para credenciales, pasaportes, filiaciones, visas, diplomas y otros.
Dificultades en el camino
A principios de este siglo, Joaquín se enfrentó a la primera disminución de la demanda del servicio, pues se habían puesto de moda que las personas tuvieran cámaras digitales, mismas que utilizaban para sus fiestas.
Posteriormente, la llegada de los teléfonos celulares con cámara inteligente también representó un duro golpe, sin embargo, ha sabido actualizarse y entregar un “plus” para seguir vigente en estos días.
“No es la misma, por ejemplo yo tomo las fotos, las mando a imprimir, la calidad de los colores tienen que salir perfectas, uno los pone a posar, uno busca el momento para tomar la foto, no es tampoco el puro flash, tienes que saber la luz que va entrando por la ventana, se procura que salgan bien”, expresó.
La llegada de la pandemia fue otro obstáculo que le tocó superar, pues tuvo que cerrar las puertas del estudio por un año y medio, ya que todos en su familia se enfermaron, incluso su padre perdió la vida.
Una vez recuperado y ya con la disminución de la contingencia, Joaquín junto con su compañera Dominic Valdez reabrieron el local ya que estaban siendo muy solicitados ya que se encontraba vigente el periodo de trámite para la cartilla militar.
Poco a poco los clientes han estado regresando, además que cuenta con el proyecto de empezar a vender paletas heladas, refrescos y botanas, a fin de obtener mayor recurso para el mantenimiento del local.
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“Poco a poco hemos ido arreglando, últimamente empezamos a ver bien el local porque me faltaba mucho arreglarlo, tengo proyecto también de vender un poquito, de hecho compré un congelador para meter paletas, empezar a meter un poquito de soda, y pues la fotografía”, apuntó.
Por último, Joaquín agradece a todas las personas que han procurado su negocio durante tantos años, pues han sido los protagonistas en cada una de las fotos que ha tomado.
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