Este 12 de julio se cumple el centésimo aniversario de la llegada de Juan Navarrete a la capital sonorense, quien fue el primer arzobispo de Hermosillo y es recordado por muchos como “Tata Juan”.
Originario de Oaxaca, Juan Navarrete se preparó como sacerdote en León, Guanajuato y posteriormente se fue a Roma para estudiar el doctorado de Teología en la Universidad Gregoriana, donde conoció la rigidez de la disciplina Ignaciana, misma que practicaba al extremo.
Contaba con una gran experiencia en la promoción del catolicismo social, impulsado por la Iglesia Católica desde 1891. Después de servir como sacerdote en Aguascalientes, fue nombrado obispo por Benedicto XV y fue enviado a Sonora para ejercer el obispado en el año 1919.
El 9 de enero de 1919, llegó a Nogales, Sonora, en tren, y fue recibido por los sacerdotes Martín Portela Deyrieux y José María Pablos, quienes no podían creer que una persona tan joven fuera el obispo que esperaban.
“Como anécdota se cuenta que bajó del tren un joven delgado, ágil y sonriente, con una cámara fotográfica que colgaba de su cuello. El padre Portela le preguntó: ¿Y el señor obispo dónde está? Yo soy, contestó el joven Juan Navarrete añadiendo: Qué poca cosa para un obispo ¿verdad? Tenía 33 años cuando ya era obispo”, señaló Ignacio Lagarda Lagarda, cronista municipal de Hermosillo.
El día 12 de julio llegó a Hermosillo, donde se instaló en la Catedral Metropolitana, en la calle Yáñez y Serdán, en una época donde el obispado en Sonora se encontraba prácticamente en ruinas, había muy pocos sacerdotes y la mayoría eran viejos.
Al encontrarse con este panorama deplorable, instaló de nuevo el Seminario a un costado de la Catedral junto a tres de sus estudiantes, fue ahí donde comenzaron las dificultades, porque justamente después, el gobernador Plutarco Elías Calles hostigó fuertemente al obispado, razón por la que se vio obligado a abandonar el estado, en 1926, yéndose a Nogales, Arizona.
En 1929 retornó a Sonora para instalar un Seminario cerca de Magdalena, donde comenzó a trabajar. En el año 1932, llegó a gobernar Rodolfo Elías Calles, hijo de Plutarco, quien inició otra persecución religiosa muy personal en perjuicio de Juan Navarrete, por lo que tuvo que volverse a ir, pero lucharía por quedarse en Sonora.
Con el tiempo, llegó a la Sierra Madre Occidental para ocultarse clandestinamente apoyado por las personas de la iglesia, en la sierra de Nácori Chico y otros lugares de la sierra. En 1937, llegó a la gubernatura Román Yocupicio, quien acabó con la persecución en contra de Juan Navarrete y en ese mismo año regresó a Hermosillo y reabrió el Seminario en un predio llamado “La Parcela”, localizado al Oriente del Río Sonora, donde hoy es el Instituto Kino y la Universidad Kino.
A partir de ahí, Juan Navarrete emprendió una gran actividad en todo Sonora, pues en ese tiempo el obispado abarcaba todo el estado de Sonora, estableciendo en toda la entidad escuelas, asilos, dispensarios, organizaciones, centro de trabajadores, se apoyaba mucho en “parroquiales auxiliares”, que eran señoras entregadas de lleno para apoyarlo en sus actividades.
Juan Navarrete tuvo una gran presencia en Sonora, social y política, debido a que tuvo una gran cadena de escuelas como: el Colegio Lux, Colegio Progreso, Colegio Bosco, Progreso en Obregón, en Nogales, casas de beneficencia, de asistencia en todo el estado.
“Viajaba por todo el estado a caballo, en carro, en lo que podía y fue obviamente un obispo muy querido, respetado y reconocido, practicaba los principios de la formación, que aunque él no fuera jesuita, aprendió en su doctorado qué es la pobreza y siempre se manifestó como un hombre pobre y vivió como tal”, finalizó Lagarda Lagarda.
En el año 1965 dejó de ser obispo por el motivo de su edad y falleció en el año 1982, en Hermosillo.