“¡Agáchate Fernanda! ¡Nos están tirando naranjazos!” fue lo único que alcanzó a decir el entonces gobernador Álvaro Obregón Tapia a su esposa Fernanda Luken, antes de que su discurso del Grito de Independencia fuera interrumpido por una descarga de proyectiles cítricos el 15 de septiembre de 1959.

Según recuerda el cronista de la ciudad, Ignacio Lagarda Lagarda, durante ese año hubo un fuerte conflicto entre el Sindicato de Maestros y el Gobierno del Estado, cuyo proceso de demandas se recrudeció con la llegada de las fiestas patrias.

“El día del Grito de Independencia en el balcón del Palacio el Gobierno, algunos profesores se infiltraron entre la gente que estaba ahí en la Plaza Zaragoza y cortaron las naranjas agrias que hay en los árboles alrededor del edificio”, relató.

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Cada año las naranjas son retiradas de los árboles

Estos laureles de la india fueron traídos desde Yucatán en 1910 por el entonces gobernador Emeterio Torres con el propósito de adornar la Plaza Zaragoza, por ello nadie sospechaba que casi medio siglo más tarde pudieran ser empleados como armas contra otro dirigente.

De acuerdo con Lagarda Lagarda, el asunto no pasó a mayores, pero quedó registrado en la historia como una falta de respeto al gobernador y un atentado a su persona.

Desde entonces el Ayuntamiento de Hermosillo religiosamente cosecha las naranjas de los árboles de la plaza con el propósito de evitar un episodio similar.