Con tan solo 25 años, el ingeniero en mecatrónica, Arnoldo Heredia Astorga creó el primer ventilador mexicano (VSZ-20-2) de iniciativa privada, a fin de contribuir en la salud de los pacientes que se encuentran en estado crítico por Covid-19.
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Arnoldo es originario de Guaymas, egresó hace tres años del Tecnológico de Monterrey, campus Sonora Norte y durante su tiempo como universitario realizó prácticas y posteriormente fue contratado en la empresa hermosillense GSE Biomedical, lugar donde inició el proyecto de los ventiladores mecánicos.
“En la empresa llevo cuatro años trabajando y se dio la oportunidad de entrar ahí a mediados de la carrera por una materia, entonces después se convirtió en prácticas y cuando me gradué ya estaba contratado; toda mi experiencia laboral ha sido en GSE Biomedical”, contó.
En 10 semanas él y su equipo de trabajo, como también alrededor de 70 personas más de diferentes ciudades, lograron sacar adelante este proyecto, que hubiera tomado dos años en crearlo, pues actualmente la demanda de estos dispositivos continúa siendo alta, por lo que decidieron acelerar la producción de este.
“Nadie nos imaginamos lo que íbamos a lograr, porque las cosas se dieron muy rápido. Cuando menos pensé ya estaba en Monterrey con la empresa Metalsa, para ayudarnos con la fabricación de los ventiladores. Desde hace cuatro meses hasta hoy he viajado de Hermosillo a Monterrey o Ciudad de México, entonces todo ha sido muy agotador y además que está todo el tiempo el virus presente, porque andas en los aeropuertos arriesgándote, aunque siempre tomamos las medidas necesarias y todo salió bien”, expresó.
El ingeniero en mecatrónica explicó que su aportación inicial en la creación del ventilador automático fue implementar el diseño electrónico, la tarjeta gráfica y las propuestas electrónicas, en sí, la coordinación total del dispositivo, desde los sensores, hasta la pantalla.
“Lo que me tocó realizar fue la parte electrónica, lo que coordina todo el ventilador, lo que hace que se mueva; estamos hablando de sensores, de la pantalla, y todo lo que significa juntar esa orquesta, es decir, la propuesta de los componentes de inicio electrónico. Pero la empresa Metalsa potencializó todo ese prototipo. De ahí en fuera fue una colaboración enorme entre empresas e instituciones escolares”, dijo.
Asimismo, Arnoldo comentó que desarrollar este artefacto tan importante en la actualidad le resulta totalmente gratificante para su vida personal y laboral, puesto que ayudar a las personas es algo que siempre le ha gustado hacer, sobre todo porque en México los pacientes con diagnóstico de Covid-19 fallecen por falta de un ventilador mecánico.
“Mi familia está bien orgullosa de mí, mi mamá encantada. Agradezco a todos los involucrados en este proyecto y por la dedicación que pusieron, porque fue un sacrificio nunca antes visto. Fueron muchas personas comprometidas, de lunes a domingo a todas horas trabajando por la misma causa y estoy seguro que si esto llegar a salvar una vida nos vamos a sentir muy satisfechos”, mencionó.
A su vez, agregó que antes de la emergencia sanitaria en Sonora, ya había hecho sistemas similares a los de un ventilador, por lo que esto fue de gran ayuda para desarrollar este instrumento que es totalmente útil y necesario durante esta pandemia, aunque considera que durante el proceso de elaboración tuvo retos distintos.
“Mis conocimientos aplicados para este trabajo fueron gracias a la empresa y universidad, porque la escuela te da toda la teoría y las herramientas, pero ya está en uno qué tanto las vas a explotar. Pero desde que inicié a trabajar y practicar en la empresa empezaron a salir necesidades de este tipo, no eran ventiladores pero sí sistemas similares y sin querer me fui preparando para hacer estos ventiladores”, agregó.
Por otra parte, señaló que cuando Grupo Coppel les solicitó a él y sus compañeros de la empresa GSE Biomedical, a cargo del ingeniero mecánico Ramsés Galaz Méndez, poner en marcha este proyecto, sintieron desesperación, miedo e incertidumbre al pensar que no terminarían a tiempo, pero los resultaos finalmente fueron totalmente favorables.
“Teníamos miedo al principio sobre qué iba a pasar, pensamos que para cuando termináramos no iban a ser tan necesarios, pero todos estuvimos de acuerdo que se culminó a tiempo. Las cifras dicen que el 57% de las personas que fallecieron por esta enfermedad no tuvieron acceso a un ventilador, entonces qué mejor poder ayudarlos y salvar las vidas. Ahorita llevamos 200 ventiladores pero queremos crear más”, puntualizó.