Uno de los tantos barrios populares de la ciudad de Hermosillo es el de la colonia Las Amapolas, cuyo origen se remonta al 6 de diciembre de 1817, en pleno periodo de la lucha por la independencia de México.
En esos años, lo que hoy es una colonia bien establecida, se encontraba la hacienda de San Juanico, cuando el jefe político de la Villa del Pitic adjudicó dichos terrenos a don Francisco Martínez.
La hacienda era una de las importantes de la localidad, ahí se cultivaban varias hectáreas de trigo, maíz y semillas como el garbanzo, frijol, y lentejas. También se sembraba el chile, los ajos, la cebolla en rama y cabezona, calabazas de todas clase y tamaños, camote y cacahuate.
Vestigios más antiguos
Los años fueron pasando y fue en 1941 cuando invasores comenzaron a poblar la colonia, hoy en día famosa por el santuario San Judas Tadeo y por estar a un costado de las vías del ferrocarril y la presa Abelardo L. Rodríguez.
De acuerdo al cronista de la ciudad, Ignacio Lagarda Lagarda, el vestigio más antiguo de la colonia es el lugar conocido como el “19”, que -a todas luces- se trató de un casino en todas sus formas.
Contaba con alberca, chapoteaderos y varias cuarterías de las que se desconoce para qué fines fueron utilizadas. Posteriormente esta propiedad que asemejaba a un chalet suizo fue utilizada por los boys scouts de Hermosillo.
Asimismo, en ese lugar se encontró en su momento un instrumento similar a una prensa para acuñar monedas, el cual se presumió que pertenecía a la antigua Casa de Moneda de Hermosillo, sin embargo, todo fue destruido y se desconoce el paradero de ese aparato.
Una segunda invasión ocurrió en el año de 1978 para ampliar la colonia y realizar actividades de pesca en la presa, sin embargo, esta se dio en medio de un conflicto que involucró a líderes sociales y autoridades policiales.
Desde entonces varios jefes de familia se ganaban la vida en los almacenes que hasta a la fecha hay en el área, otros se desempeñaban en distintas actividades, entre ellas, la de ser miembros de una sociedad cooperativa que explotaba la pesca en las aguas de la presa.
La inundación
Durante el mes de septiembre de 1983, 24 familias fueron desalojadas de las partes bajas del barrio a causa de la elevación de las aguas, pues una gran cantidad de personas habían invadido el área del vaso de la presa.
Mientras esperaban el reacomodo, la lentitud burocrática de las autoridades municipales exasperó a los vecinos, motivándolos a invadir un predio que en ese entonces se encontraba al sur de la estación.
Las autoridades tomaron cartas en el asunto y dieron por terminado el problema al vender dichos terrenos a los invasores a un precio accesible, quienes se establecieron con casas de cartón que con el paso del tiempo fueron reemplazando por material de construcción.
La actualidad
Hasta la fecha aún quedan los bordos de tierra que se colocaron para proteger a la colonia de futuras inundaciones, pues desde hace décadas la presa Abelardo L. Rodríguez ha dejado de almacenar cantidades importantes de agua.
Detrás de uno de los extremos del bordo se encuentra actualmente un campo que se utiliza para jugar beisbol y para realizar actividades como la caminata e instalación de las famosas “ramadas” de fariseos.
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El extremo que se ubica por la calle Fresno fue invadido hace un par de años de nueva cuenta por una familia, emulando a los primeros pobladores de ese barrio.