El 1º de abril de 1872, por iniciativa del diputado federal Hilario Gabilondo inició sus labores en Hermosillo el Instituto Científico y Literario de Sonora, siendo gobernador sustituto del Estado el licenciado Joaquín M. Astiazarán Íñigo (1872-1875), y presidente municipal don Francisco Buelna León, quienes cooperaron eficazmente para la realización del proyecto.
El director era el profesor Juan Pedro Robles y catedráticos los señores Florencio Molina, Florencio Monteverde, Benigno V. García, Agustín A. Pesqueira, Juan A. Robinson y el mismo director. El programa de educación se cursaba en cinco años y comprendía como materias esenciales: gramática, matemáticas, contabilidad e inglés y aceptaba alumnos internos por una cuota mensual de 16 pesos.
Poco tiempo después el instituto entró en decadencia. En 1874 fue reorganizado ingresando al cuerpo docente los profesores Tomás N. Wattere y Federico Freyding, pero no pudo subsistir y fue clausurado ese mismo año.
El día 10 de enero de 1881, siendo presidente municipal Manuel Mascareñas, se reunieron algunos de los principales vecinos de Hermosillo para constituir un comité de instrucción pública para trabajar por el establecimiento de una escuela de educación superior como el Instituto Científico y Literario de Sonora que había operado de 1872 a 1874.
Se nombró presidente del comité al doctor Eugenio Pesqueira y secretario a don Jesús V. Acosta, quienes contaron desde el principio con el apoyo y las simpatías del gobernador del Estado, coronel Luis Emeterio Torres Meléndez (1879-1881).
El 1 de septiembre de 1881, Carlos Ortiz Retes sustituyó como gobernador a Torres Meléndez para el bienio 1881-1883, y retomó con entusiasmo la iniciativa de la creación del Instituto Científico y Literario de Sonora, y dos meses después, el 5 de noviembre de 1881, expidió la Ley Número No. 4, estableciendo en el Estado el principio de la educación obligatoria.
El Artículo 7° de la citada ley prevenía lo siguiente: “La instrucción Primaria es gratuita y obligatoria para todos los habitantes del Estado en los términos que dispone esta ley”.
Además, establecía que la educación debería ser laica y los ayuntamientos quedaban obligados a establecer escuelas de primeras letras en los pueblos de sus respectivas jurisdicciones; la enseñanza primaria se dividía en diez semestres y comprendía las siguientes asignaturas: lectura, escritura, elementos de gramática, aritmética, sistema métrico decimal, rudimentos de geografía y de historia, geometría, principios de moral, urbanidad y gimnasia.
La misma ley autorizó la fundación de un Instituto Científico y Literario, en consonancia con la idea que se venía gestando meses atrás, a fin de que la juventud estudiosa pudiera seguir adelante después de haber cursado la educación primaria.
Para lograr (el establecimiento) del instituto, el gobernador Ortiz organizó colectas públicas para la donación de dinero, respondiendo con generosidad especialmente Álamos, Guaymas y Hermosillo, las principales poblaciones del Estado.
El 7 de septiembre de 1882, con el propósito de construir el Instituto Científico y Literario de Sonora, el Gobierno del Estado le compra a Javier Jara, un terreno con superficie de 6 mil 350 metros cuadrados localizado en el Cuartel de las Sabanillas.
Por alguna razón, el Gobierno del Estado decide no utilizar el terreno comprado a Jara, y a finales de 1882, sin tomarle parecer al Ayuntamiento, Ortiz Retes ordenó la demolición de una parte de la Casa Municipal, con el propósito de construir en su lugar un edificio para albergar al Instituto Científico y Literario de Sonora, y con los donativos que había colectado, que importaron más de sesenta mil pesos, trajo de la Ciudad de México al doctor Pedro Garza y lo envió comisionado a Estados Unidos y Europa para adquirir libros, equipo y colecciones zoológicas disecadas y a contratar profesores que tomaran a su cargo las diversas cátedras del nuevo establecimiento.
El 11 de mayo de 1882, Pedro Garza regresó a Hermosillo trayendo de Europa una biblioteca de 4 mil 500 volúmenes, una botica con un variado surtido de medicamentos que serviría igualmente para el colegio y para el hospital civil, un museo completo de animales disecados para el importantísimo estudio de la historia natural, un laboratorio de química, un gabinete de física y otro de geología, aparatos para un observatorio meteorológico, un paquete de floretes para clases de esgrima que costó 4 mil pesos y los demás objetos y útiles necesarios para el estudio de las ciencias, y a un considerable número de catedráticos especializados en escuelas y universidades europeas.
La inauguración del instituto se llevó a cabo el día 1º de julio de 1882, con un gran baile en la casa de don Antonio Calderón, ante la presencia del gobernador Ortiz, de los diputados locales Benigno V. García y Francisco María Aguilar Serna, los miembros del Poder Judicial y de muchas personalidades del mundo social y económico de Hermosillo, y al día siguiente se iniciaron las labores docentes.
La caída del gobernador Ortiz Retes y la fiebre amarilla que azotó al Estado de 1883 a 1885 hicieron entrar en decadencia al instituto; en abril de 1884 el doctor Garza dejó la dirección, sustituyéndolo el licenciado Pedro Monteverde, y en 1886 el gobernador Torres Meléndez se ve obligado a suspender sus actividades porque no había respondido a los propósitos de su fundación.