HMO Cuéntame tu historia | La navidad, la calle y la bici de montaña

Alex a sus 11 años pensó que sería un día normal, sin regalos, pero se llevó una gran sorpresa gracias al esfuerzo de sus padres 

Alex Cruz | Colaborador El Sol de Hermosillo

  · viernes 20 de diciembre de 2019

Mi segunda bicicleta fue muy diferente a la primera. Esta era como más deportiva, una Huffy, no recuerdo si fue una Navidad cuando me la dieron o nada mas me la dieron cuando la pedí. Primero era roja con los cuernos negros, me gustaba mucho pero, sentía que no era suficiente para que se viera bien, con estilo, así que le pinté la horquilla de la llanta delantera, la pinté de negro y así sentía que se veía mejor, también le pinté mi nombre junto a un 99, que era el nombre que usaban para identificarse los amigos más grandes de mi barrio, fue una forma de parodiar a las pandillas que había en la ciudad, se escuchaba que existían los cienes y los quinientos, así que ellos se autonombraron los 99s, y yo, pues yo me sentía uno de ellos, a pesar que ellos eran mínimo diez años más grande que yo.

Así traje mi bicicleta un tiempo con esos colores, la disfrutaba mucho así pero, después vi una bicicleta que tenía un acabado como de telaraña en su pintura, averigüe y me comentaron que vendían un spray que daba ese acabado, rápido fui a pedirle dinero a mi padre y lo compre, las partes negras de mi bicicleta ahora tenían un acabado de telaraña en rojo, perfecto, ahora vagaba en ella sintiéndome genial, a gusto, libre, con estilo.

Mi padre era carrocero y tenía su propio taller, en este lapso ya lo tenía en nuestra casa, así que siempre veía como pintaba los carros de los clientes, también le llegaban por correo muestrarios de colores de las marcas de pintura y me entretenía viéndolos, conociendo los nombres de los colores, me llamaba tanto la atención ver los azules y platas metálicos, en una ocasión pintó un carro de color plata, se veía tan bonito ese carro, ese tono le resaltaba las líneas, los reflejos eran más nítidos casi como un espejo, se veía tan elegante, me di cuenta que era momento de pintar mi bicicleta de nuevo, le pregunte a mi padre si había sobrado un poco de pintura y se podía pintarme mi bicicleta, me dijo que si, así que ese mismo día me puse manos a la obra, desarme mi bicicleta y para no estorbar en el taller, me lleve las piezas a enfrente de mi casa, bajo la sombra de aquel mezquite en casa de José, mi vecino de enfrente, me pase unas cuantas horas lijando las piezas, hasta dejarlas listas, se las lleve a mi padre, las colgó con un alambre de un tubo que tenia de travesaño, —mañana las pintamos, me dijo, creo que esa noche fue eterna, no podía esperar a que llegara la mañana y ver como pintaba mi bicicleta, en esa época dormíamos afuera yo y mi padre, en el patio que era su taller, mi padre metía su pick up de reversa y poníamos cobijas en la caja, esto lo hacíamos para cuidar la casa y la herramienta, en esa época la colonia era de las conflictivas.

Despertamos, mi padre tomo café y yo desesperaba por empezar a trabajar, antes de desayunar mi padre saco su carro, nos pegaba la sombra del mezquite de enfrente, creo que aún no eran las siete de la mañana, mi padre tenía planeado pintar temprano para después ponerse a trabajar, le ayude a tener todo listo, jalar la manguera del compresor, sacar la pistola de pintura, limpiar las piezas y empezamos, sacó dos botes de pintura y unas botellas de solvente, destapó el bote que tenía el color plata, se veía más oscuro y más brillante en el bote, cada pasada que daba de pintura a las piezas iba tomando más intensidad en el tono, pintó el cuadro plata, los cuernos y horquilla de negro, después saco otro bote que tenía un líquido transparente, le pasó varias veces a las piezas y quedaron muy brillosas, yo enloquecía de alegría, —hay que dejarlas secar, más tarde la armas me dijo, fue un día largo esperando que se secara, además estaba impuesto a andar en ella todo el dia, por la tarde metí las piezas pero no sabía armarla de nuevo por que no sabía engrasar, no recuerdo cual de mis hermanos me ayudó pero esa misma noche quedo armada, al otro día lo primero que hice fue sacar la pintura negra y ponerle mi nombre junto a un 99, listo, salí de nuevo a pasear, visitar amigos y perder el tiempo hasta que hiciera hambre para volver a casa.

De Montaña

No sé cuánto tiempo pasaría, no sé si ese mismo año fue cuando vi a un amigo que vivía un poco más lejos, traía una bicicleta diferente, sus cuernos eran planos, solo un tubo pasando de lado a lado, me extrañó su forma, no era ni como mi bicicleta ni como la anterior que tuve, —se llaman de montaña, me dijo mi amigo, después de eso comencé a ver más y más de ese tipo en las calles, también en las tiendas, algo que noté de esas bicicletas era que tenían varios chicotes como los de los frenos pero no eran para frenos, si no para unos tales cambios, no comprendí lo de los cambios y tampoco me interesó, yo comencé a hablar en mi casa de esas bicicletas, tirando indirectas que quería una, pero no quería pedirlo así directamente ya que tenía dos, una

arrumbada por algún lado de la casa y otra muy bonita y estando funcional, también hice ver que no me gustaba eso de los cambios, más que nada porque era algo que creía no poder arreglar yo mismo cuando fallaran.

Pasó el tiempo, no sé cuánto, no vi ninguna reacción de mis padres respecto al tema de las bicicletas de montaña, tampoco me aferré a ello, seguí con la escuela, seguí de vago, seguí con mi bicicleta plateada con negro, llegó el cierre del año, se acercaron las fiestas decembrinas, yo muy emocionado, no por los posibles regalos, si no, porque serian vacaciones y tendría todo el día para vaguear a gusto, recuerdo que ese año no pusimos el árbol navideño de siempre, de hecho no pusimos, llegó el 24 de diciembre yo ya tenía mis planes para esa noche, pero, antes que oscureciera me dijo mi padre, —ven, vamos a buscar cena, se me hizo extraño y le pregunté que si no habría tamales como siempre y me dijo que no, no me preocupé lo vi como algo irrelevante, yo estaba entusiasmado por mis planes para esa noche, salimos en su pickup, no recuerdo qué calles serían, ni qué colonia pero nos detuvimos en un lugar que se veía que era de comida, preguntó mi padre que si qué vendían y le dijeron que hamburguesas, pidió una para llevar, volvimos a casa y me la cené temprano viendo televisión, seguí con mis planes de ponerme mi mejor ropa y de usar esa chamarra que tenía una bolsa por dentro, donde guardaba mis cuetes, salí y como todas las noche buenas tirábamos cuetes con mis amigos, los metíamos en botes para que los hiciera pedazos, los tirábamos al aire o nos agarrábamos a jugar a las guerritas tirándole a otros grupos de niños que fuesen pasando, ellos también respondían tirándonos a nosotros, solo reíamos.

Volví a casa creo que antes de media noche y me puse a ver televisión, creo que estaban dando la película de Quisiera ser grande, de Tom Hank, estaban solo mis padres, todos mis hermanos seguían en la calle, cada quien con su círculo social, ahora que lo pienso nunca fuimos muy unidos en las fiestas en esa época, yo trataba de no dormir hasta que alguien llegara, pero cuando menos pensé caí dormido.

Desperté por la mañana y realmente no esperaba regalos ya que me sentía grande, además amigos de mi edad ya no recibían regalos, aun así, camine por el pasillo con morbo y esperanza, esperando ver alguna caja envuelta en papel, cualquier regalo, había silencio, aun no se levantaba nadie, pero ya estaban en casa mis hermanos, pase el pasillo y entre a la sala, ahí estaba, recargada en un sillón, una bicicleta de montaña, anaranjada con los cuernos y horquilla de color negro, nuevecita, brillante, me acerque y lo primero que note era que no tenía los chicotes de los mentados cambios, supe que si me habían escuchado, también supe en ese momento el por qué no tuvimos cena navideña, la habían sacrificado para comprarme la bicicleta que tanto quería, volteé hacia atrás y estaba mi madre muy sonriente, le pregunte que si podía sacarla y me dijo que si, rápido la saque hacia el patio y busque aquel bote de pintura negra, volví a mi cuarto por uno de mis pinceles y lo primero que le hice antes de sacarla a pasear y lucir, fue rotularle: ALEX 99.