El día 19 de marzo, ya casi amaneciendo día 20 del 2014, sufrí una de las pérdidas más dolorosas de mi vida; el fallecimiento de mi querido padre, Dn. Felipe Gutiérrez Leyva, en mi natal ciudad, Navojoa, Sonora.
A pesar de estar con él en sus últimos momentos en este plano físico y haber tenido el privilegio (así lo considero) de despedirlo cantando sus canciones favoritas y rezando juntos para que la luz guiara su camino fue algo que me dejó devastada.
Cumplidos los trámites correspondientes, velorio, sepelio y demás, regresamos a casa en Hermosillo y sólo quería permanecer encerrada a pesar del bullicio familiar que a mi alrededor hacían hijas, nietos y nieta.
Tal vez, por lo mismo, por el ensimismamiento en que me encontraba, pensaron que no extrañaría la ausencia de una de mis camisetas, misma que tenía pintada una bicicleta y aprovecharon para darme una hermosa sorpresa con la finalidad de levantarme el ánimo ¡y, vaya que lo lograron!
Mi cuñado y una de mis hijas se dieron a la tarea de pintar en la barda Sur de casa un bello mural con algo que sabían, no me iba a negar a salir de mi recámara para ver… ¡¡Una BICICLETA!! ¡Ah! Porque déjenme decirles a quienes no me conocen que soy biciactivista y promotora del ciclismo urbano, fiel creyente de que la bicicleta no sólo es deporte, es transporte y me muevo en bici desde hace alrededor de 8 años.
El mural quedó hermoso y lo que le sigue; me dio tanta alegría verlo y valorar sobre todo, el trabajo artístico que hicieron para aportar con su creatividad a la recuperación de mi tranquilidad emocional. Supe, a partir de entonces que detrás de cada expresión artística, en cada trazo van implícitos diferentes sentimientos.
Seguramente habrá artistas visuales que le echan todas las ganas en aras de darse a conocer, otras obras nos cuentan historias que de otra forma, nunca hubiéramos conocido; algunos murales son a manera de protesta, otros narran vivencias, en fin, llegó el momento en que inclusive, la retrospectiva me llevó a darme cuenta que una parte de mi vida, ya casi 17 años, los he vivido entre murales y me sentí agradecida por el trabajo que desarrollo al compartir con quienes visitan palacio de gobierno del estado la belleza de las obras que engalanan las paredes del mismo.
Y me buscan, y se atraviesan a mi paso cuando voy en bicicleta y así empecé a documentarlos a partir del año 2015 hasta la fecha con tantos y tantos que he disfrutado al sonido del giro de las ruedas de mi bici. En la Universidad de Sonora existen de variados temas; en las bardas de diferentes calles he encontrado todo un zoológico, desde elefantes, pumas, víboras, tucanes, sapos y ranas, diferentes especies de aves, berrendos, águilas, tortugas, tiburones, felinos, burros, pavorreales, búhos, tecolotes, arácnidos, gallos y pericos.
No pueden faltar los dedicados a personajes tanto nacionales como locales y al pasar saludo lo mismo a Frida Kahlo que a María Félix, Pedro Infante, El Santo, Blue Demon, Gerardo Cornejo, Alonso Vidal así como a músicos, Los Beatles, Louis Armstrong y por supuesto nuestros danzantes mayos y yaquis.
En fin, si de por sí, disfruto intensamente pasear en bicicleta, el paisaje urbano de la ciudad de Hermosillo con sus paredes llenas de singulares murales logran que la vida misma se ilumine de colores al parejo de los bellos e inigualables atardeceres con que nos regala y engalana el cielo que nos cubre.