El canto de los pájaros retumba entre las calles solitarias de la Ciudad del Sol, en un día normal, a mediodía un tumulto de personas caminaría entre colores, música, olores y sonrisas por las estrechas banquetas del centro para hacer sus compras del día… pero, hoy no es así.
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No corro, no empujo, no grito, no estoy. Las grandes y también las pequeñas empresas cierran sus puertas al público para cumplir con las medidas de seguridad de salud, por obligación, para proteger a sus trabajadores o por miedo a ser contagiados del virus que ha puesto en alerta a todo Sonora, el país y el mundo entero: Covid-19.
"¡Vive tu día como si fuera el último!": y entonces, el señor de los Hot-Dogs o dogos, como le decimos los sonorenses, el que vende cintos, la señora de los nopales y los dulces llevarán la frase marcada hasta el último el momento, pues han dejado de trabajar para llevar el pan de cada día a sus familias, ya no tienen ingresos.
Las calles ruidosas hoy están apagadas, los drenajes llenos de basura hoy están limpios, los motores ruidosos de los camiones, hoy no se escuchan y la tristeza de algunos establecimientos se hace notar en los espacios vacíos. La caseta más afortunada, la de los cachitos de lotería, ha cerrado y lo único que queda es tener la suerte de no enfermarse.
El hombre que da la palabra de Dios mantiene la esperanza entre las pocas personas que lo escuchan, el bolero mira al cielo pidiendo que acabe esto y que llegue alguien a salvar su día. Se extrañan los gritos de la señora de los chiltepineros, que retumben las palabras: ¡chiltepineros, a 10!
Las malteadas, los nopales limpiecitos y las risas de los niños corriendo alrededor de la embemática fuente del Mercado Municipal 1, en donde los días de verano se refrezcan, hoy lucen vacíos. El Covid-19 dejó el Centro en soledad.
Y claro, hay quienes siguen fieles a sus costumbres, como los ancianos hermosillenses que se reúnen diariamente bajo la sombra que cubre el andador del mercado, que a pesar de ser los más vulnerables, se protegen solo con un cubrebocas, para "echar la comenta" con sus amigos.
Son poco más 100 personas que caminan dispersas por las calles de la zona más concurrida de la ciudad, abandonadas y tranquilas, sin ninguna protección, sin importar que exista un virus mortal, siguiendo su vida normal; otros esperando el momento para estar todos juntos de nuevo.
Sin descanso, el señor del acordeón hace más grato el momento mientras toca algunas melodías en compañía de su esposa e hijos, mientras esperan que caigan las monedas de los pocos ciudadanos para “echarse un taco” y sobrevivir ese día.
El Covid-19, como en otras ciudades del mundo, ha provocado una soledad en los principales lugares de Hermosillo, como el Centro, en donde, antes de la pandemia, transitaban por sus calles miles de personas.