Aracely Celaya lleva 27 años ejerciendo el periodismo, pero este año todo ha cambiado, ha dejado de hacer lo que más disfruta por el miedo y temor a perder la vida.
La autocensura y el resguardarse en su hogar para evitar ser víctima de algún grupo armado es el resultado de ser la única mujer que cubre la nota roja en Caborca, Sonora; municipio con menos de 10 mil habitantes y es considerado el segundo más violento de todo el estado.
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Hace quince años inició con un proyecto llamado Ariete Caborca, una página web de noticias regional, pero con el paso de los años, principalmente durante los últimos, se ha convertido en un medio 50% policiaco y no se debe a que ella lo haya querido así, sino a que en la ciudad son este tipo de hechos los que más se presentan, los cuales se han llegado a convertir hasta en noticia mundial.
Llamadas amenazantes de que será secuestrada, llamadas exigiendo que baje de su portal Ariete Caborca alguna nota o video, hasta el hecho de ser despojada de su celular mientras realizaba una transmisión en vivo de una balacera, son cosas que ha vivido últimamente, y de las que no se quiere acostumbrar.
“He priorizado mi seguridad y la de mi familia porque he recibido amenazas, yo no pregunto quién me habla, ni cuestiono, sólo digo que sí y de inmediato elimino lo que me piden, no me voy a poner a averiguar si es cierto o no", comenta.
“A fin de protegerse, todo lo que me han pedido bajar (del portal informativo) está relacionado con actividades delictivas, detenidos o situaciones que tienen que ver con alguno de los dos grupos delictivos que se ha apoderado de la zona".
He dejado de acudir a zonas donde se reportan balaceras, donde hay ejecutados, me presento hasta que escucho que ya llegaron todas las autoridades y que ya acordonaron el área.
“Es hasta entonces cuando me acerco, si no consigo información por otra parte, porque cubrir este tipo de hechos ya no es seguro".
"Estoy perdiendo prontitud al informar, pero a cambio le ofrezco a mis lectores información concreta y protejo mi integridad”, narró la periodista de 49 años.
En Caborca son alrededor de 10 personas las que se dedican a informar, y todos coinciden en que han sido víctimas de grupos delictivos que los amenazan por estar presente en el lugar de los hechos.
Pese a esto, Aracely asegura que ninguna autoridad se ha acercado para brindarles protección o seguridad.
El día que fue amenazada de ser secuestrada optó por no salir de su casa durante una semana, pese a no poner una denuncia formal, recibió seguridad por fuera de su domicilio, pero ahí quedó todo.
“No activé los protocolos de seguridad que te dice la FGR porque no creo en ellos, yo veo muy inmiscuidas a las autoridades con los grupos delictivos y cuando alguien te va hacer algo, te lo va hacer, tengas o no tengas seguridad… yo no creo en las autoridades, en que ellos van a ser los que se van a encargar de proteger tu integridad”, contó.
Además de la autocensura en los medios de comunicación, Aracely considera que lo más cruel que el narcotráfico y la violencia en Caborca ha provocado en sus habitantes es que se haya perdido capacidad de asombro.
“Hay mamás que llegan con sus criaturas a asomarse para ver a un muerto, sin pensar en el daño psicológico tan grande que puede provocar en el niño el impacto de ver una escena tan cruel".
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“He visto que hay un muerto tirado en una esquina y a 50 metros hay una fiesta y nadie se asombra, me ha tocado ver personas sin vida frente a un supermercado y la gente camina por un lado con el carrito de las compras".
Día con día, se están haciendo más aceptable los delitos, empiezan a ver a los grupos delictivos como algo bueno que le puede pasar a la sociedad, hacen que sea común las conductas antisociales, por lo que como medios de comunicación sólo nos queda presentar información más seria, menos sensacionalista y tener respeto a nuestros lectores”, concluyó.
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