En Sonora hay poco más de un millón 472 mil 643 mujeres, de las cuales aproximadamente 830 mil 640 son madres de familia, con edades de 12 años en adelante, esto de acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Las mamás sonorenses tienen en promedio 2 hijos y el 52.5% de ellas se encuentran económicamente activas, mientras que el 37.3% se dedican al quehacer en el hogar, y 3 de cada 10 mujeres son jefas de familia.
Para muchas mujeres, ser madre es un privilegio, y resulta increíble saber que tienen más de una forma de poder darle la oportunidad a otro ser humano de disfrutar de este mundo.
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Y es que, además de que, a través del parto una mujer tiene el poder de otorgar la vida, de igual forma puede hacerlo a través de una donación de órganos o bien, recibir una nueva vida.
“Alguien tuvo que morir para yo poder vivir”
Esta es la historia de Marcela Padilla, quien a los días de dar a luz a su primer hijo, en abril de 2010, con tan sólo 20 años, su corazón comenzó a fallar y entonces se convirtió en alguien que requería una nueva oportunidad de vida.
La originaria de Nogales, Sonora, es una valiente mujer que relata los momentos de terror que pasó al poco tiempo del nacimiento de su bebé, quién debido a la situación, celebró su primera Navidad dentro de un hospital, entre otras fechas importantes para la familia.
Todo comenzó en el momento que Marcela presentó dificultad para respirar, a lo que el primer diagnóstico fue que su corazón estaba débil debido al parto. Fue así que inició a tomar medicamentos, aunque el problema no mejoraba y debió pasar tiempo en el hospital más de tres ocasiones.
“A la cuarta vez que estuve en el hospital me dijeron que mi corazón estaba demasiado débil y que me tenían que poner un marcapasos para ayudarme, pero al momento de ingresar a quirófano se dieron cuenta que mi corazón no iba soportar, así que me pusieron en lista de espera de trasplante”, expresó.
Mientras llegaba un trasplante, el riesgo iba en aumento y los doctores le explicaron que debían ponerle una “máquina” que le ayudara a bombear sangre al corazón, a lo que Marcela aceptó, pero al momento de estar en el quirófano, los especialistas notificaron a su familia que su corazón ya no servía y que incluso con el aparato que le pondrían no iba a resistir.
“Entonces optaron por ponerme un corazón totalmente artificial para poder agarrar fuerzas y recuperar mi salud para continuar en la lista de espera. Esto pasó en septiembre y en ese momento mis órganos ya comenzaban a fallar, los riñones, el hígado, todo, al grado de que me dieron diálisis continuas por 15 días hasta que poco a poco fui mejorando”, detalló.
El corazón artificial, es una prótesis que se implanta en el cuerpo para que cumpla la misma función que un corazón biológico y la sonorense detalló que de su estómago salían unas mangueras que iban conectadas a una, “tipo lavadora”, para que desarrollara la función de su corazón.
En noviembre 2010, Marcela cumplió su primer año de matrimonio y celebró la fecha especial desde el hospital, hasta que en diciembre le notificaron de una nueva máquina portátil que le adaptarían para que pudiera volver a casa, pero antes capacitaron a su esposo y a su mamá sobre el funcionamiento de la misma, para que pudieran actuar con inteligencia ante una posible falla.
“Fueron momentos muy difíciles en los que no podía estar con mi hijo, no lo podía tener, no lo podía cargar. Yo estuve 9 meses esperando un trasplante y él crecía y crecía y yo no lo disfrutaba, estando en el hospital no era lo mismo que estar en casa y jugar con él, incluso llegó Navidad”, mencionó.
Marcela Padilla confiesa que ver a su hijo pasar Navidad dentro de un cuarto de hospital, fue un golpe muy duro, fuerte y, sin duda, difícil.
Después de dar vida, Marcela recibió una
En más de dos ocasiones se le informó sobre la oportunidad de tener un nuevo corazón, pero al hacer los estudios correspondientes de compatibilidad, el proceso no podía dar continuidad.
“La primera vez que me dijeron que no, fue la más difícil, porque te ilusionas y sientes que ya vas a salir de eso, para que luego lleguen y te digan que no; es un golpe muy fuerte, ahí me volvía a cuestionar porque yo, si soy tan joven, entre otras cosas, pero gracias a Dios mi familia siempre estuvo conmigo”, detalló.
Un 27 de mayo la joven madre asistió a una cita y los doctores le informaron que habían tratado de comunicarse con ella para darle la buena noticia de que había un corazón disponible y confiesa que, en esta ocasión, se sintió muy diferente.
De forma inmediata se preparó todo para que Marcela pudiera ingresar a un cuarto ya que los estudios indicaron que todo estaba muy bien para iniciar con el trasplante y comenzó a llamar a todos para poder despedirse.
La operación fue todo un éxito y al poco tiempo de tener el nuevo corazón, expresa haberse sentido muy diferente, más viva y con más energía, así como con muchos sentimientos encontrados.
“Es difícil pensar que alguien haya tenido que morir para yo poder vivir, y hasta la fecha me cuestiono por qué, pero sólo Dios sabe por qué hace las cosas”, compartió.
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Desde ese momento Marcela Padilla comenzó una nueva aventura, pudo estar más cerca de su hijo, hacer actividades en casa, entre otras cosas que confiesa no aplazar por mucho tiempo ya que no sabe cuándo será su último día, por lo que vive al máximo.
La sonorense relata haber escrito una carta con el propósito de saber quién había sido su donante, pero hasta la fecha sigue sin recibir una respuesta. Lo que sí, es que se encuentra muy agradecida por una segunda oportunidad, pues al haber otorgado vida a un pequeño ser humano, ella recibió también el mismo regalo de una manera distinta.
Actualmente han pasado 12 años desde que recibió el nuevo corazón y ha podido disfrutar de la vida ahora con una perspectiva distinta, ya que después de haber pasado por largos meses de lucha, sus ganas de vivir y ver a su hijo crecer siempre fueron más grandes que cualquier otro sentimiento.
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