Dentro de la Universidad de Sonoraexiste una bóveda equiparable, al menos en términos depreservación de la cultura popular, con el museo de la MáximaCasa de Estudios, se trata de la oficina del maestro FranciscoAntonio Ceballos Fernández.
Numerosas efigies de superhéroesresguardan el santuario creado por el profesor de ComunicaciónPolítica, donde un tanque de guerra adorna la mesa de vidrio en elcentro del cuarto rodeada por revólveres de plástico, mientrasediciones clásicas de cómics tapizan las paredes.
“Sigo siendo un adulto muyconcentrado en el juego y los juguetes, fui un niño que pasómucho de su tiempo con sueños y fantasías muy apegadas conciertos juguetes que para mi generación eran el instrumentobásico de interpretación de la realidad y todo lo que nosrodeaba”, explicó.
Intrigado por la estética deljuguete, sus colores y aplicaciones, el docente comenzó hace 40años a comprar gradualmente los objetos de entretención infantilque siempre le habían llamado la atención, como Batman, Supermany muchos otros héroes de los cómics.
No obstante, a pesar de sufascinación por los protectores de la justicia enmascarados quealmacena en su oficina, el personaje que continúa en el trono desu corazón no es otro que el “Rey de los Vaqueros” Roy Rogers.
“Todavía conservo un juguete demi infancia que me amaneció una Navidad cuando tenía 5 años, esun pequeño revólver de triquis de Roy Rogers de 1952 queactualmente tiene un valor muy alto en el mundo del coleccionismo,ha recibido ofertas, pero no me interesa venderlo”,acotó.
Ceballos Fernández comenzó aaburrirse de tener su pared cubierta con sus diplomas, títulos ydocumentos, por lo que decidió retirarlos para reemplazarlos consus tesoros ya que, a final de cuentan, es mucho más gratificanteestar rodeado de sus gustos.
Al ver la colección del profesor,es notoria la presencia excepcional de juguetes de Batman, lo cualno es una casualidad, pues se trata de su superhéroe favorito, enparte debido a su presencia oscura y gótica, pero también, en unnivel más simbólico, por ser un ícono de la culturapopular.
Su procesión más valiosa es unreloj de piedras de fantasía de este héroe, el cual fuecomercializado en 1954, mismo que compró en mil 100 dólares, elcual naturalmente no se encuentra en su oficina.
“Es el reflejo integral decualquier fantasía infantil y, en estadística social, tienemuchos más seguidores adultos que niños, además de que es eljuguete o símbolo de la mitología postmoderna más consumido,coleccionado y referido”, explicó.
Por supuesto, la compilación dejuguetes de un coleccionista nunca termina, y es precisamente unjuguete de Batman el que se escurre de las manos del profesor, setrata del cinturón del caballero de la noche, mismo que fuedistribuido por una marca de chocolates en 1962.
El cinturón iba acompañado conpines de metal de los distintos enemigos del protector de CiudadGótica, sin embargo permanece inalcanzable para CeballosFernández, quien a pesar de no temer en desenfundar su billetera,25 mil pesos sigue siendo una cantidad impensable para unproducto.
Es sencillo volver a ser un niñotras cruzar el umbral de la oficina del responsable de lasencuestas de la Unison, aunque sea por un breve instante, pues sucolección de juguetes y cómics remonta a una época mássencilla, cuando los problemas podían solucionarse siendo héroeso vaqueros.
Datos
- Mil 100 dólares su posesión máscara
- 90 batimóviles (de 110existentes)
- 40 años comocoleccionista
- 300 revólveres dejuguete