La fortaleza de una madre y la determinación por sacar a sus hijos adelante es algo que, para muchos no tiene explicación, pero que trasciende en la cotidianidad de la vida, y Mercedes no es la excepción, pues en 2018 su vida la puso ante una situación que jamás imaginó vivir, al tener que enfrentarse al intento de feminicidio que sufrió su hija Ana Paula.
Cuando la joven regresaba de su trabajo, un hombre decidió atacarla, dejándola abandonada y llena de golpes en un lote baldío.
“Creo yo que las mamás que han sufrido algún tipo de violencia o situación como esta sacan la casta, sacan fuerzas no sé de dónde porque a veces hasta yo me admiro, pero más que admirarme yo, admiro más a mi hija como madre, como persona porque yo la veo y ella me da fortaleza”.
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Con amor y mucha determinación y compromiso, Mercedes ha dedicado los últimos tres años a la atención de su hija, luchando incluso contra los pronósticos que le dieron los médicos de que Ana Paula no recuperaría su vida normal, pues había perdido el habla, gran porcentaje de la vista y la movilidad.
“Desde un principio fue sentarme a ser psicóloga, doctora, enfermera, maestra, de todo; aprendí a ser sobadora con ella, enseñándole a hablar desde el principio, dándole masajes; no dormía, gritaba mucho y yo me quedaba dormida sobándole las piernas porque le daban dolores muy fuertes, era espantoso. Ahorita ya tengo fuerzas para poder enfrentar esto”.
Nunca perder la esperanza
La madre de la joven recordó que el diagnóstico de los médicos fue que su hija no recuperaría su vida normal y que siempre dependería de ella, sin embargo, gracias al esfuerzo y al empeño que ha dedicado, así como al apoyo que ha recibido en ocasiones tocando puertas, hoy su hija tiene una mejoría muy importante, recuperando gran parte del habla y poco a poco la movilidad de algunas partes de su cuerpo.
“Yo tengo mucha fe en Dios. Si usted me pregunta ¿Cómo piensa ver a su hija?, mi hija va a caminar; mi hija va a tener su carrera; mi hija va a tener un buen trabajo porque lo siento como madre, así como sentí eso malo que le pasó, yo siento que ella va a salir adelante, con ayuda de Dios”.
Aunque se mantiene positiva y esperanzada, reconoció que no ha sido un camino fácil y que día con día se enfrenta a retos porque hace falta todo un grupo de terapeutas y especialistas que puedan ayudar a su hija a recuperar sus capacidades motrices, pero todo ello resulta muy costoso.
“Mi meta es levantar a mi hija de esa cama, buscando ayuda, buscando terapias, porque mi hija ocupa terapeutas, ocupa muchas cosas que cuestan y por más sueldo que yo pueda tener, nunca va a alcanzar, y aun así yo le digo a mi hija: Aunque yo esté debajo de un palo, debajo de un cartón, yo todo lo que gane te lo voy a invertir a ti porque va a ser una buena inversión, porque eres mi hija, y porque no importa que se me vaya la vida ahí, aunque yo me muera, con que yo te vea caminando, esa va a ser mi mayor alegría”.
Mercedes resaltó que la fiscal Claudia Indira Contreras, ha estado pendiente del caso desde que tuvo conocimiento del mismo, y que le ha brindado, tanto a ella como a su hija y su familia, todo el apoyo posible, hecho que agradece enormemente.
Un dolor que jamás desaparece
A pesar de que el hombre que atacó a su hija hoy está preso y con una sentencia de más 50 años, Mercedes señala que el dolor que siente como madre es algo que no va a desaparecer jamás.
“Es un dolor como si agarraran ácido y le echaran a una herida, ese dolor nunca se va a quitar. El daño está hecho y no por el hecho de que ese hombre esté preso mi hija se va a levantar de la cama. Doy gracias a Dios que mi hija está viva, pero es inevitable el dolor porque mi hija así no me nació, mi hija yo no la tenía así, ella tenía muchos planes, tenía toda una vida construyéndose”.
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Apuntó que seguirá tocando puertas, buscando toda la ayuda necesaria de especialistas para que Ana Paula siga su proceso de recuperación y que, en algún momento, quizá no muy lejano pueda recuperar su libertad motriz.
Entre sus peticiones y deseos, está el que alguien pueda apoyarlas con terapia a domicilio, ya que les resulta complicado poder trasladarla a algún sitio; de igual forma, la joven requiere una silla de ruedas que le facilite su movilidad, tanto en casa como cuando tenga que asistir a alguna cita médica o de cualquier otro sentido.
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“Cuando estaba en el hospital, mi fuerza era verla a ella y le decía: Yo soy tu madre, y si a mí me dicen que tu cura está en la luna, ¿cómo le hago yo?, no sé, pero averiguo para que alguien me ayude a llevármela hasta la luna; yo haré lo que sea, mientras yo esté viva, que Dios me preste vida, yo haré lo que sea por ti, no voy a parar, le dije”.