Por la amabilidad y solidaridad de la gente hacia los que menos tienen, “El Nando”, oriundo de Chihuahua ha adoptado desde hace unas semanas a Hermosillo como la ciudad en la que pasará la época decembrina.
En entrevista para El Sol de Hermosillo, Armando Velázquez comentó que fue hace unos años cuando buscó por primera vez vivir el “sueño americano”, pero luego de un tiempo en los Estados Unidos y de desempeñarse en diversas actividades decidió volver a México.
Narró que su familia se encuentra en Ciudad Juárez, lugar del que salió hace más de cinco años para emprender esa travesía con la intención de mejorar su condición económica, así como reencontrarse con otros allegados que tiene en varias entidades americanas.
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“A Estados Unidos crucé cuando había cerco por Nogales y luego me vine solo, pero ya acá gracias a la gente que me ha ayudado en mi recorrer por varias ciudades me ha permitido seguir de pie”, expresó, mientras cargaba una mochila con sus únicas pertenencias.
Platicó que el ser independiente le permite movilizarse libremente a cualquier sitio, incluso lleva consigo una cobija que utiliza para recostarse cuando anda cansado o decide dormir, ya sea en albergues, plazas o donde le gane el sueño.
A pesar de haberse desempeñado en diversas funciones en empresas y campos de Arizona, confiesa que la vida acá es más tranquila, sin tanta presión o estrés, por ello aún y cuando su condición financiera es precaria, no piensa en volver a cruzar la frontera.
“Duré como cuatro meses en ese país, limpiando cines, yardas, en Tucson, Arizona. Les dijera que me regresé solo, pero la neta me deportaron", confesó.
El estar lejos de su familia es duro, puesto que años atrás se acostumbraba en su casa a celebrar esa fecha en compañía de sus seres queridos, pero comprende que el destino le tiene preparadas otras cosas.
“Navidad aquí la voy a pasar (Hermosillo), porque la gente de aquí se ha portado muy bien conmigo, no se raja, me ayudan, tienen un gran corazón porque no se olvidan de los que vivimos en la calle”, reconoció.
En su trajín diario conoció a otros sujetos con los que ha entablado una amistad, todos ellos en una condición de calle similar, pero a pesar de eso, asegura que se la pasan bien, porque vale más la libertad que estar atado a lugares en los que no eres bien aceptado.
“Aunque habrá quienes digan que soy mediocre por andar de pata de perro, no es así, yo, bendito Dios, decido día a día qué hacer, nadie me manda y eso me hace sentir bien”, añadió.
Durante su estancia en Estados Unidos, recapituló que fue muy intenso el desgaste físico al que estuvo expuesto, pues suelen ser jornadas largas de trabajo, muchas veces expuesto al calor o frío, sin el apoyo moral de alguien cercano.
“Sí, allá puedes ganar mucho dinero, pero, así como ganas, gastas y todo es caro, luego te salen amigos o familiares por todos lados y cuando no tienes se olvidan de ti”, lamentó.
A sus 44 años su misión es ser feliz, comentó sonriente, convencido de que si el destino lo puso en esta ciudad es por algo, cuyo desenlace lo conocerá día a día, pero siempre encomendado a Dios para ser protegido y que nada malo le pase.
“Yo no le hago ningún daño a nadie, todo lo que puedas hacer se regresa y dicen que al doble, por eso me porto bien y gracias a eso la gente me aliviana con comida o con ayuda, porque no le saco a chambaear, apenas así levanta una feria uno”, exclamó.
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Por lo pronto desconoce el tiempo que estará en esta ciudad, la cual apenas conoce un poco, pero no descarta movilizarse hacia otros sectores, pues actualmente se la pasa por los alrededores del Parque Madero y otros en el primer cuadro de la ciudad.
Eso sí, afirma que a toda aquella persona que se lo encuentre y lo salude le responderá de la mejor manera, pues la humildad es una virtud que abre puertas y sobre todo corazones.
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