En recientes días hemos visto que ser extranjero y llegar a Hermosillo en busca del amor da resultados trágicos, sin embargo hoy les venimos a contar una historia distinta, una donde el cariño y la ilusión ganaron.
Esta es la historia de Manuela de Lemos Martins, una brasileña de 37 años que vino a nuestra ciudad con muchas esperanzas, pero este es un relato distinto, si bien los otros ya venían con una persona en mente, no es el caso de la originaria de São Paulo.
La familia de Manuela le dijo “Si nosotros estuviéramos solteros y joven como tú, me iría a otro país para vivir una aventura”, palabras que dejaron huella en la mujer, pues desde ese momento ya no pensó en otra cosa.
Buscó en internet cursos y maestrías para estudiar en el extranjero, pero solo una le interesó “Enseñanza del español en la Universidad de Sonora”.
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Antes de emprender su viaje, para practicar el español y entender un poco mejor la cultura mexicana, Manuela comenzó a agregar a un montón de mexicanos “Conocí personas desde Cancún hasta Baja California”.
“Mucha gente me habló por messenger, como en Brasil es cuatro horas más temprano, ya despertaba con gente hablando conmigo. De tanto hablar con personas apareció el perfil del que hoy es mi esposo”, contó Manuela en entrevista para El Sol de Hermosillo.
La brasileña dijo que donde realmente se decidió a estudiar en México, fue cuando se torció unos ligamentos de su pierna, pues se encontraba caminando a sus clases de artes marciales cuando en una banqueta pisó mal
“Yo tenía una vida con muchas prisas, pero con la pierna dañada tuve que parar por dos semanas. Con eso empecé a pensar en un nuevo mañana, me quedó claro que no era muy feliz”, dijo.
El amor de su vida
El esposo de Manuela es originario de Huatabampo, pero vive en Hermosillo, se conocieron por Facebook en diciembre del 2017, cuando ella todavía se encontraba en su país.
“Era un muchacho con shorts, sombrero y de fondo había una playa. Yo le envié solicitud de amistad, me aceptó y empezamos a hablar por chat”, comentó.
Manuela vino a Hermosillo en febrero del 2018 “Yo llegué linda, maravillosa y de tacones. Luis me estaba esperando en el aeropuerto, él me ayudó a vivir aquí; dónde comprar las cosas, a qué lugares ir y cómo hablar, pues había palabras que yo pensaba que significaban algo pero ya en la práctica no se referían a lo que creía”, expresó.
El esposo de Manuela es Luis Ángel Quintana de 38 años, trabaja como supervisor, específicamente en el área de logística, y actualmente tienen un hijo de tres años llamado Ángel Roberto Quintana Martins.
El nombre del pequeño se debe a que Ángel es el nombre del padre fallecido de Luis y Roberto es en honor al padre de Manuela.
“Cuando yo conocí a Luis, entendí que era una persona buena, de familia y todo. Comprendí que podíamos tener un futuro feliz. Con el poco tiempo de conocernos, él ya me empezó a decir que no tomara medicamentos para prevenir el embarazo; entendí que quería algo serio. Fue en ese momento que rompí mi boleto de regreso a Brasil”, indicó Manuela.
Al principio Luis no era cariñoso, dijo Manuela, pues el sonorense siempre le dijo por redes que hasta que no se vieran en persona le iba a decir cuánto la quería.
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“Me gustó mi esposo porque él era igual a lo que yo había visto en Facebook, no era más gordo o delgado, era el mismo. Normalmente los hombres no usan mucho eso del filtro”, comentó.
Luis es adicto al deporte, pues puede ver todo lo relacionado a ese mundo desde que se levanta hasta que se acuesta.
La brasileña se siente feliz con su vida en Hermosillo, nunca esperó que encontraría al amor de su vida en México, mucho menos con la intención de irse a estudiar.
Su vida en Sonora
Manuela aseveró que su comienzo en México fue sorprendente, pues opinó que sus habitantes son personas alegres, receptivas y fiesteras “Creo que es ese picante que deja a las personas tan cálidas”.
Cabe destacar que Manuela se sintió frustrada el primer mes que estuvo en Sonora, pues la Unison le dijo que no podía entrar a la beca, que primero tenía que estudiar en Brasil para poder hacer el intercambio.
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“Las formas que yo tengo para quedarme en el país es demostrar que estoy estudiando, trabajando o me tengo que casar, Luis me dijo que nos íbamos a casar y así fue. Llegué en febrero y en junio nos casamos, al mes siguiente ya no me bajó. Me casé embarazada y no sabía”, finalizó.
Manuela tiene una maestría en gestión estratégica de negocios y trabajó 14 años en el área de turismo en Brasil.
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