La palabra inclusión, es un término que se adaptó luego de muchos años de trabajo de una sociedad a la cual no se le ha tomado en cuenta, sin embargo, aún falta mucho por cambiar en la cultura social, ya que hay madres y padres de familia que luchan por dejar un mundo mejor a las personas con capacidades diferentes; tienen en claro que pueden salir adelante, sólo necesitan más espacios en la ciudadanía o que sea más comprensivo para sus hijos.
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En este sentido, las personas con capacidades diferentes saben que pueden salir adelante, sólo necesitan más espacios en la ciudadanía para desarrollarse como tal.
Tan sólo en Hermosillo, existen aproximadamente 19 mil 542 personas con discapacidad física, 17 mil 479 con discapacidad visual y 8 mil 405 con discapacidad motriz, corrobora el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En esta medición, también se encuentra un sector de 7 mil 951 con discapacidad para recordar, así como un total de 7 mil 520 con problemas auditivos y 6 mil 44 más con discapacidad para comunicarse.
Pese a que los sectores son relativamente amplios, aún falta poner en práctica la empatía para saber por lo que pasan los padres de familia para criar niños con capacidades diferentes.
Tal es el caso de Emili Quintero, madre soltera del pequeño Eicker, quien está próximo a cumplir cinco años y presenta padecimientos como TDAH, Asperger, autismo general, así como epilepsia cerebral y su parte del lóbulo frontal izquierdo del cerebro dañada.
Esto significa que durante las noches, el menor tiene ataques de epilepsia, lo que provoca que pierda neuronas, además, con la afectación que tiene del lóbulo frontal izquierdo de su cerebro, hace que el menor tenga una mentalidad y comportamiento de un pequeño de tres años, condición que no cambiará el resto de su vida, explicó Emili.
“El primero de enero de este año, mi hijo se accidentó por los estruendos de los cohetes y balazos; se asustó, quiso correr y se cayó. Esa misma noche nos lo llevamos a hacerle un encefalograma y ahí salieron más variantes, como la lesión del lóbulo frontal”, detalló.
Para Emili fue muy difícil conocer este diagnóstico, ya que tenían conocimiento previo sobre el Asperger, sin embargo, con los demás estudios realizados recientemente le descubrieron las otras enfermedades.
“Nos dijo el doctor que aunque Eicker tenga 30 ó 50 años de vida él va a tener mentalidad de un niño de 3 años, ¿cómo le afecta?, la gente cree que hace berrinches y es un malcriado, pero desconocen su condición”, expresó la joven madre de familia.
Por la condición del pequeño, le gusta mantener todo ordenado de lo contrario explota, patalea, grita y llora, narró Emili Quintero, así como las comidas que él consume son de un tipo en específico.
Pese a que en su familia se tejió toda una red inclusiva de apoyo y mucho amor, el enfrentarse a la sociedad ha sido duro para la madre de familia, ya que ha recibido comentarios muy tristes por episodios del pequeño.
“En infinidad de veces he recibido malos comentarios, hace poco tuvimos un incidente, mi hijo se puso a jugar con otro niño en un parque, le desacomodaron un juego y Eicker entró en crisis y tal pareciera que se fuera a convulsionar, le sale espuma por la boca, le sale bilis, es muy difícil”, manifestó.
Para ese momento, la mamá del otro niño le hizo un comentario que la hizo sentir mal: “le dice ‘quítate, qué no ves que el niño es berrinchudo y su mamá no puede con él, quítate, chamaco odioso’, y nos fuimos”, contó.
Pese a que no es la primera vez que ocurren este tipo de circunstancias, ella sigue impulsando la inclusión desde la empatía y comprensión hacia los padecimientos que no se ven, además no pierde la esperanza de que los tratamientos puedan mejorar las condiciones de su hijo.