Pese a estar a muy pocos kilómetros de Hermosillo, la comunidad del Molino de Camou prácticamente no cuenta con un servicio de salud, ya que no tienen medicamento ni la atención de un doctor.
Clarita Duarte Jaime, auxiliar de salud en dicho ejido desde hace 14 años, informó para El Sol de Hermosillo que esta problemática existe desde hace más de tres años, justo cuando desapareció el programa Seguro Popular con la llegada de la actual administración federal.
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Y es que antes se contaba con un equipo de salud “decente”, pues los doctores acudían dos veces al mes, además de que eran auxiliados por enfermeras y asistentes, mientras que hoy en día, los enfermos del Molino de Camou están abandonados.
Los habitantes tienen que salir a otras comunidades para atender sus enfermedades, lo cual es muy complicado ya que se trata de gente de escasos recursos y adultos mayores.
“Estábamos bien, estaba funcionado bien, teníamos un buen control y ahora no tenemos nada desde hace tres años, no tenemos nada, no tenemos médico, hay personas que no tienen con qué ir a consultarse a San Pedro, menos a Hermosillo, con lo que se puede aportar los apoyamos, pero no se puede mucho, así que nos urge un médico”, externó.
La voluntaria comentó que le ha tocado presenciar la partida de personas conocidas, pues muchas de ellas cuentan con padecimientos que requieren un seguimiento, situación que no se puede realizar en el ejido.
Además cada día se presentan emergencias, siendo los casos más recientes los de un niño que se cortó el dedo con un cuchillo y el de un bebé que se había ahogado con la leche.
“Pasa cada accidente, el otro día un bebé de 9 meses se ahogó con una lechita, llegaron con él a la casa e iba medio consciente, yo llamé al 911 y ahí me dieron instrucciones, ya muchas personas se nos adelantaron, son casos que realmente me pueden en el alma, porque si tuviéramos un médico tal vez pudiéramos salvar más vidas”, manifestó.
Asimismo, Clarita contó que reciben donaciones de medicamentos que les sobra a las personas con Seguro Social, sin embargo, eso no es suficiente para atender la demanda de una población de hasta mil 300 habitantes.
“Este servicio es más bien voluntario, es nuestra labor aquí ayudar a las personas en la medida de nuestras posibilidades, aunque ahorita no tenemos mucho de dónde echar mano como dicen, porque no tenemos material de curación, no tenemos medicamento”, aseveró.
Por su parte, el presidente del Comisariado Ejidal del Molino de Camou, Ismael Limón, mencionó que otra de la problemática es el estado en el que se encuentra la Casa de Salud.
Los servicios sanitarios no funcionan, no se cuenta con líneas de agua potable, el techo es de lámina, las instalaciones eléctricas están en malas condiciones, además de que no tiene un buen mobiliario, por lo que urge una rehabilitación para poder recibir a un médico.
“Necesitamos rehabilitar la Casa de Salud, tiene tres años abandonada, sin médicos, hemos tenido una que otra jornada de detección pero no hay medicamento, son dos cuartitos solamente donde tenemos un escritorio, una cámara de recuperación viejita y un aire acondicionado, entonces necesitamos un médico pero tampoco lo podemos recibir con esas condiciones”, expuso.
Ante ello la autoridad ejidal ha estado gestionando ante la Secretaría de Salud la rehabilitación o construcción de una nueva Casa de Salud, teniendo como respuesta la solicitud de la donación del terreno para realizar la inversión.
Sin embargo, a pesar de que en abril la asamblea de ejidatarios autorizó la donación del terreno y la Casa de Salud a las autoridades estatales, hasta el día de hoy no les han recibido los documentos que ellos mismos les pidieron.
“Nos pidieron que donáramos el terreno, son más de 400 metros cuadrados y la construcción, para ellos estar en condiciones de hacer una inversión y construir una Casa de Salud, nos pidieron también que firmáramos un contrato de donación a titulo gratuito del inmueble, que ya lo hicimos, ya lo tenemos firmado, nomas no tenemos a quien entregárselo”, abundó.
Durante la pandemia por el Covid-19, el comisario señaló que a la población le fue mal, pues la falta de mantenimiento a las calles de tierra impidió la entrada de unidades de emergencia y taxis, por lo que las personas tenían que salir con sus enfermos hasta la carretera, la cual está retirada del ejido.
“Los vehículos de emergencia no querían entrar, las pipas con agua tampoco, entonces la gente tenía que salir con sus enfermos a la carretera, así pasamos la pandemia, los dos años, con calles en mal estado, sin agua y sin servicio médico”, dijo.
Falta de otros servicios
Otras de las problemáticas en la comunidad es el abasto de agua potable, ya que la mayoría sufre de su ausencia, ya que solamente está en operación un pozo, mientras que dos se encuentran sin servicio.
La escuela secundaria no cuenta con cisterna para almacenar el agua que se entrega por medio de pipas, por lo que al igual que con el tema de salud, ya se hizo la gestión ante la Secretaría de Educación, pero aún no han atendido.
A casi un año de obtener el cargo, Ismael también ha hecho solicitudes a la Dirección de Alumbrado Público para la instalación de 49 luminarias que hacen falta en la calle principal, ya que al final de ésta por las noches es una “cueva de lobo”.
Además, a la Secretaría de Seguridad Pública también solicitaron videovigilancia, pues se ha tenido la presencia de vehículos desconocidos, los cuales sospechan que son de grupos delictivos.
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“No hay servicios de seguridad pública, nos hemos dado cuenta en algunas ocasiones que entran carros desconocidos, de grupos delictivos y no queremos que se establezcan grupos delictivos en el pueblo”, aseveró.
Por último, también se está gestionando con la Secretaría de Infraestructura la atención de una zona conocida como “Los hoyos”, donde hay agujeros que cada vez se están haciendo más grandes, al grado de llegar a los cercos de las casas.
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