Cada 12 de diciembre, los fieles creyentes de la Virgen de Guadalupe acuden al cerro donde se encuentra su gran imagen, ubicado en la salida sur de Hermosillo. Le llevan flores, serenata y prenden veladoras.
Algunos otros cumplen las mandas que le prometieron para que les cumpliera algún milagro y suben, hasta de rodillas, las escaleras que conducen desde las faldas del cerro a la punta donde se encuentra la pintura de la Virgen de Guadalupe.
Sin embargo, pocos conocen la historia de esa imagen. No la pintó algún artista hermosillense, sino que fue el regalo de dos extranjeros que se enamoraron de Sonora y de su gente.
Lee también: Francisco Javier muestra su fe a la Virgen de Guadalupe: FOTOS
De Dinamarca a Hermosillo
En 1922, la pareja de daneses Harry William Jordan Petersen y Mary Petrea Engberg llegaron a vivir a Empalme, Sonora, ya que Harry William había sido contratado como jefe de Pintura por el Ferrocarril South Pacific, donde él y su esposa pronto aprendieron español.
Los Jordan Engberg provenían de Santa Bárbara, California, donde se habían establecido a finales de los años diez del siglo XX, y lugar en el que nacieron sus hijos Ricardo, Eduardo y Guillermo, este último el 24 de diciembre de 1916.
En Empalme, los Jordan Engberg se instalaron a las afueras de la mancha urbana de la población y con el tiempo otros vecinos se fueron asentando alrededor de su casa dando lugar con el tiempo a la colonia Jordán.
Al ser sindicalizada la empresa del ferrocarril, Harry William perdió el trabajo y la necesidad lo obligó a asentarse con su familia en Navojoa, Sonora, donde instaló una funeraria, mientras su hijo Guillermo aprendía de su padre el oficio de pintura, carpintería y electricidad.
En el año de 1937, a los 21 años, Guillermo Jordan Engberg contrajo matrimonio con Rafaela Hernández Chávez, oriunda de Álamos, pero nacida en Navojoa, de cuyo enlace nacieron sus hijos: Guillermo Reynaldo, Mirna Estela y Carlos Mario, en Navojoa; Rosa Martha, María Elba y Javier Enrique en Ciudad Obregón; José Luis y Rolando Rafael nacieron en Hermosillo.
En uno de sus viajes de Navojoa a Cajeme, dando un servicio funerario, Guillermo visualizó la idea de pintar una Virgen de Guadalupe en un cerro localizado al lado del camino, como agradecimiento a la comunidad mexicana que tan bien los había recibido y nada mejor que pintando a la patrona del país a quien los mexicanos veneran tanto, pidió el permiso a las autoridades para hacerlo pero se lo negaron.
Tratando de independizarse de su papá y convertido en un exitoso contratista de pintura, tenía muchos acuerdos para pintar escuelas y edificios públicos, rotular los carros del Gobierno con el escudo nacional, el nombre de la dependencia y elaborar los adornos navideños que adornaban las calles de las ciudades sonorenses, Guillermo se mudó a Ciudad Obregón, donde nacieron tres de sus hijos, y en 1950 se trasladó a Hermosillo en donde estableció su taller de pintura en general, carpintería y taller de bicicletas, que siempre significaron su pasión. Sus padres también se habían mudado a la capital años antes.
Guillermo Jordan Engberg pintó la Virgen de Guadalupe
Ya en Hermosillo, viajando por carretera desde el puerto de Guaymas, en marzo de 1957, Guillermo Jordan Engberg vio en el Cerro de las Víboras, localizado a unos 15 kilómetros de la entrada a Hermosillo, la posibilidad de pintar a la Virgen de Guadalupe que ya había visualizado en Navojoa, pidió el permiso correspondiente, se lo otorgaron y, previa labor de acondicionamiento del lugar y ayudado por Jesús “El Cheve” López, Jesús “Companichi” López y Manuel “El Chino” Aldecoa, trazó la imagen de 12 metros de altura y 3 metros de ancho, que pintó en un solo día del mes de abril del mismo año pagada con sus propios recursos. Por fin había cumplido un deseo largamente acariciado.
Días después, un hermosillense que viajaba de Guaymas vio la imagen en el cerro y llegó a Hermosillo diciendo que se le había aparecido la Virgen de Guadalupe en un cerro al llegar a la ciudad.
En el año de 1965 decidió viajar a Estados Unidos para visitar a su madre que estaba enferma, y al poco tiempo de llegar fue contratado como jefe del Área de Mantenimiento de Pintura por la Compañía Hughes Aircraft, quedándose a vivir en Culver City, California, en compañía de su hijo mayor Guillermo Reynaldo con quien fundó una empresa de pintura, anuncios de plástico y gas neón. Trabajó en la compañía hasta el año de 1980 en que ya el peso de los años reclamaba un poco de descanso a los 64 años de edad.
Mientras vivió en Estados Unidos, Guillermo Jordan Engberg cada mes de diciembre regresaba a México a repintar la imagen de la Virgen Morena, no permitiendo que fuera otra persona la que realizara la tarea, mientras él estuviera vivo y pudiese llevar a cabo algo que para él era una “manda”.
Regresó a Hermosillo en 1984 y estableció una empresa fabricante de marcos de madera en pequeña escala que tuvo éxito como todo lo que realizaba, y al ser diagnosticado con cáncer regresó a Estados Unidos a radicar a la ciudad de Tucson, Arizona, para ser atendido y falleció el 31 de julio de 1999 a la edad de 83 años.
Sus cenizas fueron esparcidas en la pintura
Estando hospitalizado en el Tucson Medical Center, Guillermo Jordan Engberg le comunicó a su hijo José Luis que su última voluntad es que su cuerpo fuese cremado y sus cenizas depositadas en una formación natural de la roca a los pies del altar de la Virgen, deseos que fueron cumplidos a cabalidad por su esposa, hijos y nietos ese mismo año.
Guillermo Jordan Engberg construyó una trayectoria de vida ejemplar, como un empresario emprendedor honesto y trabajador que siempre será recordado no solamente por su pintura de la Virgen de Guadalupe, sino también por haber sido el contratista encargado de pintar el edificio del Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora, donde era necesario cubrirlo con un recubrimiento que soportara el extremoso clima del entorno, ya que pintarlo cada año significaba una labor muy complicada por la altura y dimensiones del inmueble, para lo que tuvo que experimentar y encontrar un tipo de pintura que fuera más duradera capaz de soportar tales requerimientos, lo que logró exitosamente.
Los padres de Guillermo, Harry William Jordan Petersen murió en Hermosillo donde está sepultado y Mary Petrea Engberg regresó a Santa Bárbara, California, donde falleció. Rafaela Hernández Chávez falleció en Hermosillo en 2001.
De sus hijos, actualmente Guillermo Reynaldo vive en Los Ángeles, Mirna Estela (murió a los cinco años), Carlos Mario (finado), Rosa Martha, María Elba, Javier Enrique, José Luis y Rolando Rafael Jordán Hernández, viven en Hermosillo.