Seguro que lo recuerdas… Si eres de la época seguro que no lo has olvidado, con su traje rojo, sus botas negras y aquella voz que lo caracterizaba y que lo volvió inmortal; que lo dejó plasmado en la memoria de más de una generación de hermosillenses: el Santa de Mazón.
Verlo tras el cristal de su aparador, en su gran silla mecedora y rodeado de regalos era mágico; un espectáculo visual que todos disfrutamos en más de una ocasión porque estaba ahí, al alcance de todos, aunque fuéramos tantos. Nadie se quedaba con la ilusión de verlo. Sentíamos que los sueños se cumplían.
Y es que, el Santa Claus de Mazón fue un personaje emblemático y de suma importancia para la sociedad hermosillense en las décadas de los 70, 80 y 90. Era el motivo de alegría de miles de niños que esperaban impacientes la época decembrina para poder acompañar a sus papás al Mercado Municipal y, de paso, llegar a ver a ese Santa majestuoso y mecánico que se balanceaba y contaba chistes como si nada.
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Años han pasado ya desde la última vez que estuvo ahí, expuesto para todos, haciéndonos felices. Y aunque más de uno nos hemos preguntado ¿dónde quedó?, ¿a dónde se lo llevaron?, ¿será que lo veremos de nuevo alguna vez?, la ilusión se desvanece conforme sigue pasando el tiempo, cada vez más presuroso.
El cronista municipal Ignacio Lagarda, lo recuerda bien. El bullicio y la algarabía que se vivía en pleno centro de Hermosillo en aquellos años, cuando apareció por primera vez en una vitrina.
“Los niños de la época hacían filas y filas en la banqueta para poder verlo y escuchar los chistes que contaba y lo que decía Santa”, expresó Ignacio Lagarda Lagarda, cronista de la ciudad.
Era algo único, que no existía en ningún otro punto de la ciudad, sólo ahí, en aquella imponente tienda llena de objetos bonitos y modernidad, situada sobre Plutarco Elías Calles y Guerrero, en pleno centro; en aquel Hermosillo de pocos habitantes.
“Se convirtió en el personaje más conocido y público de la ciudad. A mí me tocó de joven ir a ver al Santa Claus de Mazón; me tocó de papá llevar a mis hijas a que vieran al Santa Claus”, continuó Lagarda.
Santa Claus de Mazón, un ícono de la historia en Hermosillo
Si nos remontamos al pasado, fue en la década de los 70 cuando la familia Mazón, conocidos empresarios de la capital sonorense, tuvieron a bien adquirir un muñeco mecánico de Santa Claus, que tenía la particularidad de que se mecía, movía las manos, podía sonreír y, además, contaba con un sistema de grabación.
El muñeco fue colocado en la vitrina principal de Mazón Centro, la tienda departamental más grande e importante de Hermosillo en aquellos años, la única que contaba con escaleras eléctricas. Sentado en una mecedora y adornado con regalos y luces, rápido llamó la atención de chicos y grandes, quienes se detenían frente a la tienda para observar al personaje novedoso.
Fue tanto el impacto positivo que causó, que pronto la familia encargó a un locutor de radio que grabara unos chistes y algunos diálogos breves, esto para darle mayor vida al muñeco y con ello atraer a más personas a la tienda y dar felicidad, principalmente, a los más pequeños.
Para el cronista Ignacio Lagarda, fue una idea mercadológica fantástica y muy bien ejecutada, pues muchos hermosillenses entraban a la tienda para comprar los regalos navideños que sus bolsillos pudieran permitirles en ese tiempo. Pero aquello no dejaba fuera a las familias de escasos recursos, pues la tienda se ubicaba prácticamente a un costado del Mercado Municipal, a donde solían acudir otros cientos de ciudadanos para comprar los ingredientes de la cena navideña.
“Era el impacto de la modernidad de una figura que se movía, se balanceaba y hablaba con los niños y contaba chistes. Era el único en la ciudad, no había otros centros comerciales ni se usaba que personas se disfrazaran de Santa Claus; entonces había que ir ahí y escucharlo a través del vidrio, porque no se podía tocar. Y era una romería alrededor del Mercado, la gente iba y compraba lo de la cena, los regalos y demás”, dijo Lagarda.
Durante más de dos décadas aquel Santa Claus alegró la vida de miles de niños hermosillenses y su imagen quedó plasmada en la memoria de quienes año con año acudieron a verlo en su vitrina.
“Recuerdo que cada año veníamos, traía yo a mis cuatro hijos a mirarlo, era algo como tradicional que teníamos, cada año veníamos y les divertía mucho a ellos cuando se reía y que levantaba las manos. A mí como mamá me parecía bien traer a mis hijos aquí (centro)”, expresó María.
“Era una atracción de toda la vida. Los papás traían a los niños a verlo porque se movía. A mí me gustaba ver cómo se reunía la gente ahí para pedirle; me gustaba ver a los niños emocionados. Yo tenía como 18 años y trabajaba en una tienda aquí cerca, y me emocionaba ver a los niños bien contentos con el Santa Claus”, comentó Guadalupe Quijada.
“Recuerdo que contaba los mismos chistes todo el tiempo, y empezaba a tocar desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde, y se llenaba de niños. Nosotros trabajábamos aquí a un costado, yo tenía como 8 años, y veía cómo se llenaba de niños que venían exclusivamente a ver al Santa Claus. Le dolió mucho a la gente cuando se lo llevaron”, apuntó Jesús Figueroa.
Nuevos tiempos traen nuevos personajes
A mediados de los 90, cuando la capital sonorense había aumentado considerablemente su población y, de paso, su modernidad, surgió un nuevo personaje que propició el fin de la era del famoso Santa de Mazón.
Fue durante la Navidad de 1994, cuando el empresario Miguel Ángel Figueroa Salcido, mejor conocido como ‘El Mágalo’, preocupado por el estado anímico de la sociedad hermosillense debido a la crisis económica que se vivía, decidió disfrazarse de Santa Claus y salir al jardín de su casa a obsequiar paletas y dulces a los niños y niñas que pasaran por ahí, saludándolos e interactuando con ellos.
Pronto se corrió la voz de que había surgido un Santa Claus de verdad, a quien los niños podían tocar, estrechar su mano y recibir un obsequio pequeño, pero significativo. A la imagen de ese Santa del Mágalo se sumaba la decoración y la iluminación de su jardín, dando paso así a la que hoy conocemos como la famosa Casa de Santa, en la colonia Modelo, aún muy cerca del centro de Hermosillo.
“El Santa de la colonia Modelo era real, se movía, hablaba y los niños podían tocarlo. Entonces, pues ese nuevo Santa Claus superó al anterior, que no dejaba de ser un personaje mecánico y que no se podía tocar y no se podía interactuar con él”, apuntó el cronista.
A la vuelta de unos años, la tienda Mazón cerró sus puertas, y el Santa Claus se instaló en otro negocio, una pizzería de la familia, ubicada sobre el bulevar Colosio, casi esquina con Solidaridad. Sin embargo, aquel personaje majestuoso ya no tuvo la misma popularidad, principalmente por aquel nuevo personaje que había surgido, además de que, para poder verlo, las personas tenían que entrar a consumir en el negocio.
De este modo, su ciclo de vida culminó, y la familia decidió resguardarlo en algún sitio donde ha permanecido durmiendo todos estos años, alejado ya de los aparadores y la algarabía de las infancias hermosillenses; quedando como un bello recuerdo en la memoria de muchos.
“Intenté hace unos 8, 10 años, buscarlo, encontrarlo, pero no pude hacer contacto con la familia Mazón, y nadie me supo decir en dónde estaba guardado, como para tratar de recuperarlo y convertirlo en un ícono de la ciudad. Nos hizo felices a muchas generaciones de niños hermosillenses”, expresó Lagarda.
Siempre habrá historias por contar
Si bien, tanto el Santa Claus de Mazón como el de la colonia Modelo, han sido personajes icónicos para la cultura hermosillense, Ignacio Lagarda señala que todo tiene un ciclo, y que todos cumplen con su función durante el periodo que deben hacerlo, porque es parte de la vida misma. Sin embargo, dijo, aquello no significa desaparezcan por completo, pues se mantienen como parte de la historia, y dan paso a nuevas figuras que año con año surgen dentro de las sociedades.
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“Es un personaje de la historia de Hermosillo, por eso lo estudiamos, y yo lo estudio como cronista; y cómo lo va a ser el Santa Claus de la colonia Modelo, un personaje de la historia. Y así se van formando a través de los años, y ojalá nunca dejen de existir, no solamente los Santas, sino cualquier otro tipo de personaje que nos haga felices”, expuso Lagarda.
El Santa de Mazón duró poco más de dos décadas en su vitrina, rodeado de regalos y luces, con los mismos chistes blancos año tras año, alegrando la vida de miles de niños hermosillenses. Los encargados de la tienda lo colocaban desde el 1 de diciembre hasta después del 6 de enero, cuando pasaba el Día de Reyes. Siempre sonriente, siempre mágico. Su traje era lo único que sí cambiaba después de cierto tiempo, pues el sol y el polvo lo deterioraban, así que un sastre de la familia se encargaba de elaborar los nuevos trajes para mantenerlo siempre majestuoso.
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