Zulma se encontraba en la regadera cuando, al pasar sus dedos por su pecho, notó una protuberancia del tamaño de una canica, el presagio de uno de los retos más grandes que tendría que afrontar en su vida adulta.
Rápidamente, la mujer de 40 años buscó el consejo de sus amigas que con anterioridad se realizaron estudios de mamografía para la detección precoz del cáncer de mama, pues ella nunca había hecho tal cosa.
Zulma acudió entonces al Centro Estatal de Oncología para realizarse los análisis correspondientes, mismos que corroboraron sus peores sospechas: era positiva a cáncer de mama y debía comenzar con su tratamiento.
La revelación, relató para El Sol de Hermosillo, fue aterradora para ella, quien tenía dos hijos, un joven de 15 y una niña de cinco años, por quienes debía velar y quienes no estaban en edad suficiente para entender estas circunstancias.
De pronto ver a la madre que tanta energía irradiaba, la que todavía practicaba deporte, postrada en la cama representó un duro golpe para el hijo mayor, quien simultáneamente enfrentaba la adolescencia.
“Me dio cuando el mayor tenía 15 años, era una edad difícil y lo tomó pesado pues veía a la madre que todavía jugaba volibol y de repente estaba en cama sin cabello, demacrada; eso los primeros días porque son los difíciles, ya después te acostumbras”, explicó.
A pesar de las dificultades que encontró durante el proceso, Zulma decidió no victimizarse ni permitirse entrar en una condición en la que se diera lástima a sí misma, pues ello le impediría librar la batalla.
Después de seis sesiones de quimioterapia y 25 de radioterapia, además de una metástasis en su matriz que alargó el medicamento, en un intervalo de cinco años el cáncer de Zulma por fin pudo entrar en remisión.
Fue entonces que, en su grupo de redes sociales constituido totalmente por mujeres que han tenido problemas de cáncer, una de las integrantes divulgó que el estudio de tatuaje Skull Gallery trazaría gratuitamente en la piel de quien haya vencido el padecimiento oncológico.
“Ya había dicho que quería tatuarme, ya lo tenía planeado, después de que terminara el proceso de quimios y radios; cuando se presentó la oportunidad hablé e inmediatamente me agendaron cita”, narró.
Aria Villa decora las huellas de la guerra
Zulma se convirtió entonces en la segunda mujer a la que Aria Villa, tatuadora con seis años de experiencia, dibujaría sobre sus cicatrices dentro de su estudio en la colonia Centenario.
A Aria se le ocurrió esta iniciativa a raíz del caso de su propia madrina, quien desarrolló cáncer de mama, pero siempre rechazó el colocarse implantes debido a su desinterés en los mismos.
Junto a Poncho Medina, su esposo y fundador de la tienda, Skull Gallery ofrece a las sobrevivientes plasmar en su piel el diseño de su preferencia, siempre y cuando estén dadas de alta de la enfermedad.
“Desde principio de año tuve muchos planes por hacer que por la pandemia no pudieron realizarse, pero ahora estamos con esta iniciativa, ya agendamos a siete personas y tenemos cinco más gracias a una donación de la ciudadanía”, expresó.
Poco importa si la mujer interesada perdió por completo la mama o sólo una porción de ésta, la casa tatuadora no cierra sus puertas a nadie.
Aunque en un principio se tenía planeado que la dinámica abarcaría exclusivamente el mes de octubre por ser el periodo simbólico para visibilizar la lucha contra el cáncer de mama, Aria contempla la posibilidad de que esto sea permanente, con una sesión regalada una vez al mes.
El tatuaje de Zulma, una rama llena de flores de color rosa en la parte superior de su pecho, sólo necesitó de una sesión con duración de una hora a hora y media, y representa en cierta medida su estado mental tras la experiencia.
“Aprendí a valorar muchísimas cosas, no victimizarme, ser positiva, aprendes a soltar cosas materiales y ganas muchas cosas también: amistades, y en general a vivir las cosas con mayor paciencia”, manifestó.
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Al hablar sobre el interés de sus clientes en “rayarse”, Aria llegó a la conclusión de que muchas veces las mujeres que se hacen estos tatuajes, contrario a lo que podría parecer, no quieren de ningún modo borrar las cicatrices, sino embellecer su victoria.
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