Tras soportar durante casi un año la prueba que el Covid-19 puso sobre él,y todo el sistema de salud en Sonora, el médico internista José Gabriel Salvador Higuera pudo acceder a la vacuna Pfizer.
La inmunización, de acuerdo con el médico de 33 años, es una alegría y felicidad, pero sobretodo la luz al final de la pandemia, en especial para los trabajadores de la salud que han puesto sus vidas en juego para contener las infecciones.
“Ya tenemos una vacuna sin embargo este no va a ser el fin de la pandemia, tenemos que continuar con las medidas de sana distancia, uso del cubrebocas, así como evitar fiestas y aglomeraciones, respetando las recomendaciones de la Secretaría de Salud”, advirtió.
El joven fue uno de los 14 mil 600 trabajadores de salud, de primera línea, que recibieron el biológico como parte de la primera etapa de protección durante la semana del 11 al 16 de enero.
José Gabriel nació en Etchojoa y desde niño siempre estuvo en contacto con médicos ya que su casa estaba a un lado de la unidad médica del pueblo; inspirados por los galenos de su infancia, se enroló en la Universidad de Sonora, de la cual egresó en 2011.
Desde hace tres años comenzó a trabajar como especialista en el Hospital General de Zona No. 14 del IMSS y también en el Hospital General del Estado y, según su testimonio, la mejor recompensa que le ha dejado su profesión es ayudar a los enfermos.
Sin embargo la pandemia lo cambio todo.
Y no únicamente lo cambió, sino que lo torció su labor hasta un punto irreconocible, ahora no únicamente luchaba por la vida de adultos mayores, sino de hombres y mujeres jóvenes que no debían estar internados en primer lugar.
“Nosotros en nuestro servicio de medicina interna estamos acostumbrados a estar en contacto con la muerte porque somos los que vemos a los adultos mayores que tal vez ya están en su último transcurso de la vida y estamos impuestos a que mueran pacientes”, explicó.
El médico no solo ha visto pacientes morir, sino también compañeros y colegas, y él mismo desarrolló síntomas del virus en julio del año pasado, durando convaleciente 18 angustiosos días con la incertidumbre de dejar a su hijo pequeño solo.
Aunado a ello, prevalece el obstáculo más grande a su parecer: la ignorancia de las personas, que no hacen conciencia social ni hacen caso de lo sucedido y, mientras ello continúe de esa manera, los hospitales continuarán con pacientes.
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Por ello la mejor enseñanza que le ha dejado su trabajo en tiempo de pandemia es valorar lo que es la salud y la familia, que es y siempre debe ser lo más importante para todo profesionista, dejando a un lado las cosas materiales y monetarias, sino enfocarse más en los seres queridos.