En 1938 justo en el Centro de la ciudad, ofreciendo un dulce típico de la región, Magdalena Martínez es propietaria del negocio, dedica 8 horas diarias a su trabajo, con gran alegría recibe a sus clientes y comparte su historia al seguir con la tradición.
Una herencia familiar de doña Carmelita Serrano y su esposo, la cual es reconocida por su trayectoria y que sigue funcionando gracias a las cuatro generaciones que lo han hecho posible. Ernesto Serrano fue la segunda generación en su familia que siguió con la elaboración del dulce.
“Hervimos la leche para después agregar azúcar, esperamos un tiempo, se vacían en recipientes para que se enfrié, lo pasamos a moldes y decoramos, no es lo mismo echar cantidades en una máquina, aquí hacemos uno por uno, se bate y se hecha al molde, la receta secreta es hacerlo a mano”, comentó Magdalena.
El proceso de preparación consta de aproximadamente 7:00 horas, diariamente se elaboran 100 barras de jamoncillo en distintas presentaciones nuez, chocolate o el tradicional. Las temporadas más altas son en vacaciones decembrinas y las más bajas en abril y mayo.
Lo que más disfruta de su trabajo es recibir a su clientes y dar a conocer la historia del lugar y el por qué siguen consumiendo las golosinas típicas.
“Estamos muy agradecidos con todos los hermosillenses, tenemos clientes desde hace mucho tiempo, algunos desde que iniciamos y ahora las nuevas generaciones escuchan a sus padres hablar de este lugar y vienen conocerlo”
A pesar de que el establecimiento es un negocio familiar, disfrutan cada momento y ver como sus clientes están satisfechos.