La oposición laborista liderada por Anthony Albanese ganó las elecciones legislativas de este sábado en Australia, con lo que se terminan nueve años de gobiernos conservadores, que pagaron su inacción frente al cambio climático en un país golpeado por las catástrofes naturales.
"El pueblo australiano votó por el cambio. Me siento honrado por esta victoria", dijo Albanese ante partidarios. Además, aseguró que con esta decisión se podría sacar ventaja para que el país se convierta en potencia en energía renovable.
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El primer ministro saliente, Scott Morrison, admitió su derrota y felicitó a su contrincante por su "victoria electoral".
Por su parte, el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, también felicitó a Albanese y dijo estar "impaciente" de empezar a trabajar con él.
Con poco más de la mitad de las papeletas contadas, el Partido Laborista tenía asegurados 72 escaños, pero no era seguro aún que obtuviera la mayoría absoluta de 76 que le permitiría gobernar sin necesidad de alianzas.
Los 17.2 millones de australianos llamados a las urnas debían escoger los 151 escaños de la Cámara de Representantes para un mandato de tres años y 40 de los 76 senadores para un periodo de seis años.
El voto es obligatorio en Australia y los abstencionistas se arriesgan a una multa de 20 dólares australianos (14 dólares).
A última hora, los responsables del proceso electoral modificaron la normativa para permitir a un mayor número de personas contagiadas de Covid-19 votar por teléfono, en los primeros comicios federales desde el inicio de la pandemia.
Políticas medioambientales
En un país golpeado en los últimos años por graves incendios, inundaciones y sequías, los laboristas prometieron impulsar las políticas medioambientales, una de las principales carencias de gobierno conservador.
"Crecí en una comunidad que se ha visto muy afectada por incendios e inundaciones en los últimos cinco años (...) Ver que se hace algo para parar esto sería fantástico", dijo Jordan Neville, un joven de Melbourne que votaba por primera vez.
Morrison ha respaldado a las poderosas industrias del carbón y el gas y ha resistido a las llamadas mundiales para reducir las emisiones de carbono más allá del 28 por ciento comprometido hasta 2030.
Albanese, de 57 años y de origen italiano por parte de padre, acusó en la campaña a la administración conservadora de ser "un gobierno de pacotilla, el menos abierto y el menos equitativo de la historia política australiana".
Morrison, de 54 años, recurrió al mismo mensaje de las elecciones que lo llevaron al poder en 2019: no se puede confiar en los laboristas en materia de economía, con una población preocupada por el encarecimiento del coste de vida, con una inflación anual del 5.1 por ciento y salarios que no progresan al mismo ritmo.
En campaña, presumió de los últimos datos de desempleo en Australia, con una tasa del 3.9 por ciento en abril, la más baja en 48 años, un "éxito extraordinario" de su gestión, aseguró.