LONDRES, Inglaterra. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) documentó en 2001 acusaciones de explotación sexual por parte de trabajadores de 15 ONG internacionales en campos de refugiados del oeste de África, reveló el diario británico The Times.
El periódico tuvo acceso a un informe de 84 páginas, en cuya elaboración también colaboró la organización humanitaria Save the Children, que está a disposición del comité de Desarrollo Internacional del Parlamento británico.
El documento identifica a más de 40 organizaciones "cuyos trabajadores están acusados de mantener relaciones de explotación sexual con niños refugiados".
La mayoría de esas entidades son pequeñas ONG locales, si bien la lista incluye 15 organizaciones internacionales, entre ellas la propia ACNUR, el Programa Mundial de Alimentos, Save the Children, Médicos sin Fronteras, Comité Internacional de Rescate y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja.
Según el diario británico, "los autores del informe enfatizan que las acusaciones no pudieron ser completamente verificadas", pero "la cantidad de acusaciones documentadas" es "un indicador crítico de la escala del problema".
The Times indica que el comité parlamentario del Reino Unido que investiga supuestos abusos sexuales por parte de trabajadores humanitarios ha situado ese documento en el centro de sus pesquisas.
El escándalo sobre el comportamiento de trabajadores de Organizaciones No Gubernamentales estalló el pasado febrero, cuando The Times reveló que personal de Oxfam en Haití abusó de mujeres poco después del terremoto de 2010.
La diputada conservadora Pauline Latham, miembro del comité de Desarrollo Internacional, afirmó que el informe, que fue remitido a los responsables de ACNUR en 2002, demuestra que "el sector de la ayuda humanitaria ha sufrido problemas durante muchos años, pero no ha podido enmendarse por sí mismo".
El estudio asegura que los trabajadores humanitarios estaban "entre los principales explotadores sexuales de los niños refugiados, a menudo utilizando la asistencia humanitaria y los servicios que se suponía que iban a beneficiar a los refugiados como herramienta de explotación".
Comida, aceite, acceso a educación y láminas de plástico para construir refugios eran bienes que se intercambiaban por sexo, indica el texto, que relata cómo las familias "sentían que tenían que entregar a sus hijas adolescentes a los abusadores", según detalla The Times.